Con provincias pegando el grito

Con provincias pegando el grito

La buena marcha de un país no debe apreciarse únicamente por las inauguraciones de obras y el júbilo disperso de comunidades a las que se sacia coyunturalmente la sed ancestral de atención. Además hay que mirar hacia el todo que se expone provincia por provincia. La producción agrícola de Peravia se hunde. Institucionalmente no se ha reaccionado como corresponde con medidas de emergencia contra la sequía. El principal municipio de San Cristóbal y áreas aledañas se sienten acorralados por la delincuencia y pésimos servicios municipales con desmoralización y falta de confianza en sus autoridades. Dajabón ha estado invadida como nunca por inmigrantes en conflicto con comunidad.

San Pedro de Macorís vive la creciente desaparición de su riqueza arquitectónica y sus áreas públicas están pobladas de degradantes comercios informales y multitudes de desempleados. En San Francisco de Macorís se vive en zozobra por la delincuencia y el desorden urbano. El Seybo conserva su “categoría” de provincia más deprimida económicamente; y Monte Plata no ha visto encenderse el motor del desarrollo a pesar de sus riquezas naturales. Por doquier se ve a personas de ambos sexos sin oportunidad de empleo. Santiago es una ciudad cruzada por un Yaque más cloacal que fluvial y su casco urbano está invadido por un comercio callejero que entorpece. Cualquier chusco pueblerino diría y con razón: las provincias están feas para la foto.

DESPROTECCIÓN EN LOS HOSPITALES

El Estado dominicano cuenta con agentes especializados para la protección de muelles, aeropuertos, escuelas, bancos estatales, parques municipales y el Metro; pero ha hecho poco por preservar la integridad física de los médicos que a todas horas trabajan en las emergencias de los hospitales. Están indefensos mientras se acentúa en el país la práctica de extender hasta las salas asistenciales la violencia que por efectos del alcohol causa víctimas en calles y negocios de mala vida.

Gente insubordinada que reacciona con agresiva imposición e impaciencia contra el personal de los hospitales que tiene como única misión sanar y salvar a personas que sufren accidentes o agresiones. Episodios de ataques a los profesionales y paramédicos se repiten una y otra vez y no debe esperarse a que, tras llevar la peor parte en una riña, alguna pandilla utilice mortalmente cuchillos y revólveres contra inocentes servidores.

 

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