¿Con quién habla y qué dice Miguel Cocco?

¿Con quién habla y qué dice Miguel Cocco?

Lo de Miguel Cocco es altamente dramático. Porque se trata de una figura de primerísimo plano, como político, como luchador social, dirigente del partido y funcionario del Gobierno, director de una de las entidades claves del sector público, tanto por su incidencia en el proceso productivo como por la vulnerabilidad que las aduanas han tenido tradicionalmente a la corrupción política y administrativa. Y que, bajo su dirección, se asegura ser,  una de las pocas excepciones.

Dice Miguel: “Nosotros no esperábamos que en un gobierno presidido por un partido fundado por un hombre impoluto como el profesor Juan Bosch, se estuviesen cometiendo esas indelicadezas” (El Día, lunes 30). Se refiere al “estado de podredumbre “en sectores del Gobierno”.

Se trata de una declaración insólita, la denuncia de un funcionario de su gobierno y de su partido, a sus propias gentes, las mismas que él ayudó a encumbrar, el mismo partido que él aupó con arrojo y orgullo.

Contrastantemente, Miguel defiende, aparentemente, al presidente Fernández, negando su complicidad con la corrupción en su gobierno, pero resalta que falta lo que Fernández no tiene: “una mano sancionadora y dura para ponerle coto a eso”.

El panorama es desolador y hay que ponerse en el lugar de cualquier hombre probo de los que aún quedan en el PLD, y hasta mirar con pena y estupor a aquellos que cuya integridad moral se desploma y se pliegan al carnaval de la corrupción, o enmudecen estáticos, viendo la carroza pasar sin expresar su repudio.

Triste papel el de las comisiones  y oficinas que el propio Fernández ha nombrado de “Persecución de la Corrupción”, que no han hecho más que rebajar la imagen y la calidad misma de los miembros de éstas, ridiculizando al mismo tiempo los conceptos, las leyes y reglamentos que las instituyen y les dan marco, contribuyendo con su inoperancia al despilfarro burocrático y a la profundización del descrédito del Estado y del Gobierno como instituciones. Cocco propone, en su perplejidad y desamparo, que sean los propios ciudadanos que denuncien la corrupción. Que la combatan, querrá decir. Con sus propios medios. Puesto que ni él desde las cumbres mismas del poder y la honra, se siente capaz de intervenir. La consigna de Cocco es la misma de los Obispos: ¡Pueblo, únete en asociaciones comunitarias, de base y de intereses! Porque desde el Gobierno y los partidos no hay quien te defienda.

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