Con tantos comunicólogos, ¿por qué pleitea el Gobierno?

Con tantos comunicólogos, ¿por qué pleitea el Gobierno?

Desde hace muchos meses vengo viendo preocupantes señales de una tirria poco disimulada entre buena parte del Gobierno y el liderazgo empresarial. Sus diálogos –sean por la prensa o personalmente- parecen entre sordos y pocas veces trascienden de alguna declaración de intención que casi nunca resulta en hechos o acciones.

Cualquiera creería que hacer ministro de Industria y Comercio al distinguido intelectual y empresario Manuel García Arévalo iba a servir para producir algún mejor entendimiento entre el Gobierno y los dirigentes empresariales.

Pero la desavenencia sigue. Fue agudizada hace meses por la inusual apertura de las principales asociaciones a confraternizar con los aspirantes presidenciales del PRD, cuya apoteosis constituyó la exculpación dada por la Asociación de Bancos al ex presidente Hipólito Mejía por su actuación tras la quiebra fraudulenta de varios bancos durante su mandato, en contradicción con la “verdad oficial” a ese respecto.

El ascenso a la presidencia de la Asociación de Industrias por parte de Ligia Bonetti, cercana pariente del discreto y poderoso ministro Administrativo de la Presidencia, Luis Manuel Bonetti, tampoco ha significado un mejoramiento de la quisquilla, o “quisquillón”.

El más reciente incidente es que el gobierno ha calificado de “intimidatorias” y “antidemocráticas” unas declaraciones del presidente del Consejo Nacional de la Empresa Privada (CONEP), rechazando que con una mayoría simple los legisladores puedan sancionar las observaciones del Presidente Fernández a la ley que crea el Tribunal Constitucional. En una opinión fundamentada en el juicio de eminentes jurisconsultos, Manuel Diez Cabral indicó que aprobar una observación presidencial con una mayoría simple en vez de dos terceras partes del voto en la cámara podría constituir una amenaza al orden constitucional.

El ministro de la Presidencia, César Pina Toribio, rechazó la declaración del CONEP y opinó que ésta pretende intimidar el ejercicio constitucional de los poderes públicos y que “ello es sencillamente inaceptable por antidemocrático”.

La creciente rispidez del enfrentamiento me luce que no es sólo por lo que se ve, sino por la enorme frustración que parecen sentir los dirigentes empresariales por la sordera gubernamental ante sus planteamientos y la parecida incomprensión atribuida por el gobierno a empresarios a quienes quisiera ayudar, como hizo con los “zonafranqueros” malapagas.

Comoquiera que sea, quiera Dios que este Gobierno –híper asesorado por tantos comunicólogos- vea la luz y se entienda con quienes producen toda la riqueza que ha venido administrando.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas