Con tantos muertos, deberían haber aprendido…

Con tantos muertos, deberían haber aprendido…

Ver cualquier noticiero dominicano es garantía de maltratar la vista con el macabro espectáculo de algún cadáver irrespetuosamente maltratado o algún deudo desgañitado de dolor, ambas escenas tan usuales que pocos se molestan al verlas.

Pero resulta que está muy mal que ambas discurran por las pantallas de la televisión, por razones distintas pero ligadas por la carencia de buen juicio y hasta de humanidad.

Con referencia a cómo se tratan los cadáveres en la vía pública pudiera escribirse una enciclopedia. Son tantos los muertos víctimas de accidentes de tránsito, balaceras entre pandillas, asaltos o asesinatos y excesos policiales, que casi diariamente los televidentes son bombardeados con la imagen de alguna víctima tirada en el suelo.  Lo primero es que pocas veces se cubre al cadáver con alguna sábana o manta para guardar su dignidad del morbo de los curiosos. A veces, malamente, se emplean fundas plásticas o pedazos de cartón, lo cual agrava lo macabra que es la escena.

Mientras se espera que llegue la autoridad o el médico legista para levantar el cadáver, la escena del crimen queda irremediablemente contaminada por las decenas de curiosos que se aglomeran a la vera misma del cadáver, violando toda norma pericial que pudieran producir evidencias para la posterior investigación.

Muchas veces, especialmente si los muertos son víctimas de “intercambios de disparos” con la Policía, los cadáveres son arrastrados por el suelo y literalmente tirados en camionetas descubiertas, como si se estuviera recogiendo un perro o chivo muerto.

A mi me parece que los médicos legistas y demás autoridades deberían estar provistos de camillas, mantas desechables y todo el instrumental necesario para levantar un cadáver con un mínimo de respeto a la dignidad humana, aun se trate del peor alegado criminal.

Igualmente, los directores de noticieros deberían demostrar mayor sensibilidad y en vez de mostrar de manera tan morbosa la consabida escena de madres, novias, hijas o esposas, dando gritos desesperados por el dolor de su pérdida, respetar la grave intimidad de ese momento.

Por efecto de mostrar tantos cadáveres maltratados y deudos desgarrados de impotencia, el público va padeciendo una desensibilización sistemática, al punto que no le conmueve este asunto tan tremendo.  Por decencia y humanidad, debemos aprender a respetar los cadáveres, la dignidad de los muertos y el dolor de los vivos. Lo que ocurre actualmente es una barbaridad vergonzosa.

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