¿Con tenedor,  palillos o con  los dedos?

¿Con tenedor,  palillos o con  los dedos?

Madrid. Dice un viejo refrán castellano que “en la mesa y en el juego se conoce al caballero”. La verdad es que el hombre civilizado ha establecido, a lo largo del tiempo, unas normas de comportamiento, de urbanidad, en la mesa, sin las que una comida colectiva podría tener bastante parecido a los documentales de animales de “National Geographic”: cualquier cosa menos agradable.

Sucede que esas normas, esas etiquetas, cambian con la geografía y la cultura. Y digamos, grosso modo, que existen tres civilizaciones diferentes: la del tenedor, la de los palillos y la de los dedos. Las tres tienen sus propias normas, que hay que conocer si se quiere quedar bien.

Pero a veces incluso la cultura propia requiere entrenamiento. Por ejemplo: un europeo -o americano- (no italiano) tendrá dificultades la primera vez que, tenedor y, seguramente, cuchara en ristre, se enfrente a un plato de spaghetti.

El escritor español Julio Camba, quien escribió su delicioso “La casa de Lúculo” allá a finales de los años 20 del siglo XX, ironizaba sobre esta pretendida dificultad, subrayando que no era sencillo confeccionar la típica madeja de spaguetti del tamaño adecuado, separarla del resto de la pasta bien enrollada en el tenedor y llevársela limpiamente a la boca.

Camba, naturalmente, ironizaba; pero… algo hay de cierto. Uno ve gente que se dedica a complicados ejercicios con los spaghetti y el tenedor, apoyando esa madeja en la cuchara para darle forma cual si de croquetas se tratase, otros a quienes se les van desenrollando los spaghetti según los van acercando a su boca, o a  quienes directamente deciden cortarlos del tamaño de fideos de sopa…

La verdad es que es fácil; sólo hace falta un poco de práctica. Y si a ustedes les parece complicado comer con naturalidad spaghetti… mejor que no se enfrenten a pastas largas y huecas, como los buccattini: enrollarlos y llevarlos a la boca es misión imposible.

Como imposible nos parece a los occidentales comer spaghetti con palillos… y los chinos lo hacen. Ciertamente, el uso de palillos en Oriente es mucho más antiguo que el de tenedores en Occidente, así que nos llevan bastante ventaja a la hora de manejarlos.

La verdad es que, como ustedes sin duda comprenderán, comer con palillos no ofrece la menor dificultad: una cosa que hacen al menos dos veces al día unos 1,800 millones de personas en este planeta no puede ser complicada.

Eso sí, tengan en cuenta que tanto los palillos en sí como los protocolos son diferentes según estén ustedes en China, Japón, Vietnam, Corea, Tailandia… Pero para comer spaghetti, aunque sean chinos, con palillos, tiene mérito… como comer arroz con palillos, cosa que hacen de modo diferente los chinos y los japoneses. Pero lo hacen.

Y lo que parece lo más fácil va a resultar lo más difícil: comer sin cubiertos, con la mano. En la India, y en los países de cultura árabe, se van a encontrar con esta “natural” forma de llevarse los alimentos a la boca.

No se las prometan muy felices: hay que saber comer con los dedos con elegancia y de acuerdo con una estricta etiqueta que exige utilizar sólo el pulgar, índice y corazón de la mano derecha, que es la que se usa en la mitad superior del cuerpo.

Han de tomar su bocado de una bandeja común, y normalmente estarán  sentados no en sillas ante una mesa, sino en cojines  en torno a esas bandejas. Deberán ser hábiles para confeccionar a mano su pelotita de arroz, sin quemarse los dedos, y combinarla con el cordero para llevarla a la boca.

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