El encabezado de este artículo era un subtitulo del mío anterior, que al igual que el segundo párrafo no cupieron por falta de espacio; pero completaban mi juicio sobre el próximo gobierno de Trump.
“Estas hipótesis, parten de que la inteligencia social y el realismo superarán al componente narcisista de la compleja personalidad de Trump, sobre todo cuando las presiones y manifestaciones públicas hagan desaparecer la euforia por su triunfo, más bien circunstancial, sin mayoría popular. De lo contrario, la tranquilidad interior y la propia paz mundial se verían seriamente amenazadas durante los 4 años del período que se iniciará en el 2017”.
Lo cierto es que Trump tiene ante sí graves contradicciones por todos lados; entre los prejuicios ultraconservadores que exhibió en su campaña, contra las mujeres y casi todas las minorías, y las realidades de una oposición feroz a sus designios, apoyada por las libertades de ese país ya conquistadas; entre su alegado apoyo a los trabajadores manufactureros por más empleos y los magnates republicanos que han exportado sus capitales para hacer más rentables sus inversiones; entre sus aspiraciones de reelección y las de los barones que ha dominado el partido que los postuló y al demócratas; entre el nacionalismo provinciano que lo postuló y la “necesidad” geopolítica de evitar la regionalización del poder político-militar a que aspiran otras potencias; entre otras.
Pero a más largo plazo la sociedad norteamericana reaccionará contra el lastre de un sistema electoral atrasado que conspira contra la voluntad mayoritaria de su ciudadanía, lo que ha permitido el triunfo de Trump, no obstante haber obtenido de dos millones de votos menos, fruto de varias distorsiones que mencionaremos aquí:
1. Los Estados más conservadores del Sur y del Medio Oeste, más de 30, generalmente republicanos; que le otorgan por lo menos 40 votos más en el Colegio Electoral, aunque su población es escasa (dos por los senadores), aunque se justifica por las diferentes identidades de los 50 estados de la Unión, pero que les da frecuentemente el control del Senado.
2. El llamado “Gerrymandering”, producto de la desigualdad creciente en el poder de voto a favor de la zona rural, por la conservación maliciosa de las circunscripciones electorales, que son uninominales, lo que explica el control republicano casi indefinido de la Cámara de Representantes (diputados).
3. La exaltación de la xenofobia excluyente hacia los que no son de origen europeo, que son solo el 30% de la población norteamericana y de la mayor parte de los inmigrantes indocumentados.
4. En algunos estados se ha manipulado la votación, obstaculizando la inscripción de las minorías en el Registro Electoral, en otros, con la manipulación electrónica de los resultados; y hasta se ha dificultado el conteo de los votos, como fue el caso de las elecciones del 1999 en La Florida, que le costó el triunfo electoral al demócrata Al Gore frente a su rival George W. Busch, contando con la complicidad de su hermano Jeff Busch, gobernador de ese estado, que fue decidida por su Suprema Corte de Justicia, cuyos integrantes él había designado.
Esos son las fallas del sistema de votación que tiene la gran democracia norteamericana, cuyos efectos padecerá los próximos cuatro años…