Concepto y estética en el Centro Cultural de Espana

Concepto y estética en el Centro Cultural de Espana

No hay un período más controversial, querido y odiado que el arte contemporáneo. Cuando toma formas extremas, entre lo monstruoso, lo repulsivo y lo atroz, como las que presentó el curador Fernando Castro en su conferencia, aniquila, convirtiéndose en provocación absurda a cualquier esfuerzo por aceptar la originalidad, la insolencia y la subversión positiva que caracterizan al artista contemporáneo y sus obras de ilimitada diversidad. Felizmente ese (anti)arte desolador y perjudicial no nos concierne en Santo Domingo ni en el Caribe…

¡Qué alivio y alegría, pues, observar nuestra realidad donde existen proyectos grupales como Quintapata, presentando “Mover la roca”, una producción a la vez colectiva e individual, un universo depurado y armonioso, un equilibrio y un rigor ¡admirables! Ellos –estos cinco artistas formidables– promueven la riqueza de la verdadera contemporaneidad, el arte que se está haciendo y rehaciendo sin tomarse en serio… aunque se rige por la máxima seriedad.

Tony Capellán, Pascal Meccariello, Raquel Paiewonsky, Jorge Pineda y Belkis Ramírez nos demuestran una vez más sus capacidades que les permiten renovarse, conservando una preocupación de diálogo, de reflexión, de cuestionamiento, en sus compromisos respectivos. Sus exploraciones de fuentes y medios que les conocemos desde hace años no se han agotado. Por el contrario ellos han intensificado su vitalidad creadora… y el paso del tiempo ha favorecido la madurez de propuestas, que hoy se imponen en el Centro Cultural de España y causan una profunda fruición, de lo conceptual a lo formal y estético. 

Con diez piezas solamente –dos para cada uno– ellos demuestran que no se necesita más para culminar en una gran y memorable exposición, montada con alta profesionalidad, con valoración individual en los espacios –muro, piso, niveles o techo-. Todas, todas las obras son de gran calidad, en su significación y/o simbolismo, a la vez que su ejecución alcanza una incuestionable pulcritud.

El artista y la obra. Más nos detenemos, más contemplamos, más nos regocijamos ante esta muestra maravillosa.

El “Mar invadido” de Tony Capellán – ¡cuán agradecidos estamos por su retorno!– concilia lo aparentemente inconciliable… entre la frágil naturaleza y el mar, y los indestructibles plásticos. De ese tapiz insólito resulta una belleza “estridente”, una gama de azules ascendentes, una metáfora cromática de la profundidad. Lo que vulnera playas y aguas, a partir de artefactos encontrados, se convierte en un  “arte facto”, o sea, un hecho de arte. Nueva vez recordamos la invocación del poeta Baudelaire: “me ha dado lodo y lo hice oro”. ¡Además, el plástico instrumenta la hermosura femenina… ¡en aquellas sartas de rolos líricos!

Jorge Pineda, cuyo panel políptico mural reitera la virtuosidad en el dibujo, se ha apropiado también un sorprendente talento escultórico desde sus niños soldados. Hoy la criminal aberración de la infancia abolida es la preñez precoz de una niña, raquítica y abultada, que de su edad sólo conserva… una máscara clavada con “piel de muñeca”. El proceso de purificación blanquecina no puede nada para ella ¡Trágica metamorfosis y obra estremecedora, por cierto muy bien colocada.

Belkis Ramírez, caso único en el arte dominicano, ha sabido aprovechar el oficio de grabadista  y “reinventar” sus matrices en relieves e instalaciones. Ahora edifica un magnífico juego de construcción, cuyas piezas alternan letras y rostros trabajados en huecograbado. Es “su” arco de triunfo, impecable, ritmado, inteligente, sin embargo -tengamos cuidado- esta alegoría de la condición  humana podría derrumbarse al “mover la roca”. ¿Hasta donde su fortaleza resiste las agresiones?

Una de las virtudes del arte contemporáneo consiste en reflejar preocupaciones específicas para quien lo mira. Pascal Meccariello, quien lleva sus dos obras hasta la exquisitez de una realización inmejorable, más que divierte en los módulos luminosos de la segunda planta, él hace pensar. ¿Serán diversión deleitable los nuevos superhéroes, o aun más que Mickey y consortes,  no acabarán con el caudal imaginario y la percepción de la realidad? Es innegable que atentan en contra de la creatividad del niño y su visión del mundo.

Raquel Paiewonsky se impone cada vez más como artista sobresaliente, de una valentía, de una consciencia social y de género excepcionales. Ella integra sus inquietudes acerca de la mujer, de su función reproductora y de la niñez, en el corpus de una obra increíblemente variada y coherente, una obra de afirmación y resistencia.

El mural de senos, estudiado hasta en la consistencia, es una pesadilla y un deleite. Las fotos (y el video) de los niños,  cuyas cabezas desde la tierra cargan la germinación del futuro, son una joya del ‘performance’, del arte conceptual y de la creación lúdica. ¡Adelante Raquel!

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Artistas especiales

Ahora bien, de cada artista un sujeto, una metáfora o una mitología tiene una particular resonancia en nuestra sensibilidad… hasta el impacto emocional, como solamente la música lo suele provocar.

Nos percatamos de que, en cada autor, hay tres elementos: el artista como persona y su temperamento, el historial creativo y la(s) categorías(s) que lo definen, el modo de elaboración de las piezas. ¡Infortunadamente, los límites del artículo no permiten analizar cada uno de esos componentes esenciales y obligan a una breve síntesis crítica.

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