Concho Primo

Concho Primo

ALIRO PAULINO SEGURA
Aunque ya lo había leído lentamente en las páginas del Listín Diario dominical, no fue lo mismo cuando tuve en mis manos aquel robusto tomo de la autoría de José Miguel Soto Jiménez, uno de los jóvenes aficionados a la historia narrativa de nuestros próceres y hechos, muchos de ellos olvidados o desconocidos, escritos con limpida prosa y salpicado de palabrotas naturales de los dominicanos sobre todo de los que machete en mano recibían las heridas de la guerra en sus cuerpos.

La dedicatoria con que me honró cuando depositó en mis manos uno de los primeros ejemplares, me conmovió, por incluirme entre sus familiares más cercanos, pues su abuelo el poeta Cuchito Jiménez Pérez, al igual que con mi padre sostuvo una estrecha amistad, lo mismo que su padre Freddy Soto, ocoeño por los cuatro costados, a quien conocí en los albores de la década de los cincuenta en su primer viaje a la capital, donde mis vecinas la familia Pimentel-Peña.

Durante todo el fin de semana me dediqué a saborear las páginas de “Concho Primo”, que me trajo a la memoria a “Vale Toño”, las caricaturas de La Nación ilustradas por Tony, bajo la inspiración de Gilberto Sánchez Lustrino, entonces director de ese diario. La portada no puede ser mejor que salida de la pluma de Bienvenido Gimbernard, quien capturó al personaje nacional acordeón en mano y machete en la cintura. Eso somos y así fuimos a la manigua impulsados por el idealismo político o para seguir al caudillo de turno entre breñas y charcos azules heridos por las sandalias o por los pies descalzos en las ásperas sábanas montonera.

José Miguel Soto Jiménez, hizo honor al hispanófilo e internacionalista Manuel Arturo Peña Batlle, al producir un volumen de más de setecientas páginas “que se para solo”, como solía decir el autor de la “Isla de la Tortuga”, como son “Los Motivos del Machete” y “El Corrido de los Taitas” para solo citar dos de su prolífica, los que no se paran son “Folletos”, producción. Hay que leerlos obligatoriamente porque no están escritos para llenar de letras páginas en blanco. Están escritos para educar y para que se conozca nuestra historia.

Como no voy a hacer un análisis del contenido porque ya fue hecho por eminentes escritores nacionales durante su puesta en circulación, lo único que voy a dejar en estas palabras es que lo compren y lo lean para que conozcan muchos capítulos olvidados de nuestra historia. La parte más reciente, la muerte de Trujillo y sus pormenores coinciden con los datos vividos por mí, sobre todo el velatorio del “Jefe” donde solo amanecimos su abuelo Cuchico, su padre Freddy y quien estas líneas escribe. Esto lo trataré en un artículo próximo exhaustivamente. Felicitaciones mi querido y admirado “sobrino”.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas