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El Festival Musical de Santo Domingo inició el miércoles en la sala Carlos Pinatini del Teatro Nacional Eduardo Brito con un concierto antológico que contó con obras de los grandes clásicos rusos.
La gran Orquesta del Festival cohesionada, armónica, de forma sensacional transmitió el espíritu de las obras, con un balance perfecto en las distintas familias de instrumentos, respondiendo así a los requerimientos del director Philippe Entremont, produciéndose a la vez una verdadera simbiosis orquesta-director.
El trepidar de trompetas da inicio a la gran fiesta, la fanfarria se anticipa a la breve introducción a cargo de los metales, es la Obertura Festiva de Dimitri Shostakovich que nos convoca a esta fiesta del espíritu; la calidad de la música nos envuelve, la emoción se apodera de todos, se inicia el VIII Festival Musical de Santo Domingo.
Tras los encendidos aplausos, hace su entrada el joven pianista Igor Tchetuev. Con Las primeras e inconfundibles notas de la Rapsodia sobre un tema de Paganini, de Sergei Rachmaninov, se manifiesta la calidad del solista, su musicalidad y temperamento.
El lirismo, el amplio cantar romántico del compositor y los pasajes dramáticos de imponente fuerza y energía, son asumidos, interpretados con vehemencia por Tchetuev. El demonio personal de Rachmaninov, aquel que cuenta la leyenda tenía un pacto con Paganini, se apodera de la orquesta, el canto gregoriano medieval Dies Irae símbolo de la muerte, aparece de forma explícita.
La Rapsodia, dentro del esquema de tres movimientos del concierto clásico, finaliza con la llamativa técnica de los pizzicatos. El tañir de campanas se deja escuchar, el tema de Paganini vuelve, cierra la obra. El público ofrece una calurosa ovación, al pianista, a la orquesta a su director.
Segunda parte. Luego del intermedio, se escuchan los aires de la España multicolor, que tanta atracción han ejercido sobre los músicos rusos. El Capricho Español y su gran efecto orquestal, la variedad de sus matices, las diminutas cadencias virtuosas de los principales instrumentos, y el ritmo de los tambores son la verdadera esencia de la composición, en palabras del propio Rimsky Korsakov. Con el tema principal se inicia Alborada, el punto culminante llega con Escena y canto gitano en el que numerosos instrumentos se presentan como solistas, y luego con el final brillante Fandango asturiano, concluye la pieza.
El programa finaliza con el poema sinfónico Francesca Da Rimini de Pyort I. Tchaikovsky, inspirada en el segundo círculo, Canto V del Infierno, de la Divina Comedia de Dante Alighieri. El poema tripartito, describe los tormentos de los condenados y el grandioso lamento de los famosos amantes, Francesca y Paolo.
La hermosa y emotiva música provoca en el público una sensación embriagante que se traduce en ovación delirante. Tras esta manifestación entusiasta, el Director, accede a un bellísimo y contrastante encoré, la Danza Eslava No. 8 de Antonin Dvorák. La calidad de la música expuesta por esta impresionante orquesta, bajo la batuta de Philippe Entremont, sin duda produjo un concierto antológico y un auspicioso inicio del VIII Festival.
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Homenaje
Margarita Copello
Previo al concierto la señora Margarita Copello, por decreto presidencial fue condecorada con la Orden de Juan Pablo Duarte en grado de Caballero. El reconocimiento fue entregado por el vicepresidente de la República, Rafael Alburquerque, haciendo honor a quien honor merece.
Cultura
En el emotivo acto, el ministro de Cultura, José Rafael Lantigua, destacó la trayectoria intachable y el trabajo encomiable de la señora Copello. Este reconocimiento es el más alto honor que hace el Gobierno dominicano, que le fue otorgado por su incansable obra y grandes aportes a la cultura, siendo fiel custodia de la música en el país, destacó el ministro. La homenajeada expresó que comparte el honor con los miembros de la Fundación Sinfonía y a todo su equipo de trabajo.
