Concilió y enseñó

Concilió y enseñó

FABIO R. HERRERA-MINIÑO
Cuando concluye la vida en la Tierra de un ser humano, se genera un vacío existencial muy fuerte, y máxime cuando ese ser excepcional, es el padre de uno, al cual me unían estrechos lazos de comprensión y amor, manifestados en la etapa final de su vida con largas conversaciones que expresaban una necesidad sublime de continuar siendo útil.

Fabio F. Herrera Cabral se fue al Padre al mediodía del 10 de abril en medio de la sorpresa de quienes, aun a sabiendas que atravesaba un proceso de deterioro de su facultades físicas pero no de las mentales, pensábamos que todavía le quedaba un tiempo más con nosotros.

Y como bien dijera mi hija Ruth Herrera, el pasado viernes 15 en su esquinita de El Caribe, parece que Dios lo necesitaba a su lado para disfrutar de su conversación, a la cual eran atraídos sus amigos y familiares, para muchas veces escuchar una y otra vez parte de la cantera de sus vivencias y experiencias en su vida familiar, pública y diplomática.

Ya no lo volveremos a tener más con nosotros. Fue una gran pena que por lo que tanto luchó, que era ver publicadas sus memorias «El Presente de Mi Pasado», no pudo verlo materializado cuando se inicia ahora la etapa de impresión, y en los próximos meses, estará disponible el notable volumen de tantas vivencias interesantes, que van desde aquellas del entorno familiar hasta las que tiene que ver con las relaciones internacionales con países hermanos.

Mi padre luchó como un titán, y cada día se le veía inconforme de ver como su cuerpo ya no le iba respondiendo a sus deseos de caminar, leer, escribir o ver televisión. Los coágulos cerebrales, fruto de dos caídas, comenzaron a hacer sus travesuras mortales y poco a poco obstruían líneas esenciales de circulación, que le fueron afectando la locomoción y la visión. Cada mañana se le veía luchar con sus ejercicios para superar esas limitaciones, las cuales poco a poco se iban imponiendo hasta llegar al desenlace final que marcó su regreso al seno de Dios, del cual era un profundo creyente y lo colocaba en cada una de sus acciones.

La Coctelera del Cuchito en el HOY del pasado martes 12, así como el editorial de Miguel Franjul en el Listín Diario de la misma fecha y el de Fernando Pérez Memén en La Información del pasado viernes 15, expresaron el gran sentir de una clase de la cual perteneció y a la cual le dedicó sus mejores años, desde que tuviera la responsabilidad del semanario familiar Ecos del Valle hasta iniciarse como corresponsal en Baní de El Caribe el 14 de abril de 1948, manteniéndose activo casi una década dictando cátedras de como redactar las noticias; y sucesos que parecían intranscendentes en el entorno pueblerino de Baní, los hacía aparecer como algo preponderante a nivel nacional. Por igual debo agradecer todos los comentarios, que por televisión y radio, han hecho sus amigos a través de los más variados programas de opinión.

De la vida apacible de Baní, mientras era un funcionario de poca categoría, hasta ocupar los más elevados cargos diplomáticos en la cancillería, transcurrió la vida de un hombre que supo conciliar, lo cual era su principal atributo, en particular en aquellos años difíciles después de la muerte de Trujillo hasta el estallido cívico de abril de 1965; fue un período en el cual tuvo un especial protagonismo en sus contactos con sus conciudadanos desde sus cargos en la Presidencia, contribuyendo a resolver graves problemas y destacándose de como ayudó a decenas de jóvenes de Baní a que continuaran sus estudios en el exterior, mediante un programa de becas que fue muy bien aprovechado.

La vida diplomática de mi padre se inicia con la embajada en Argentina, que le sirvió para granjearse el aprecio de destacadas personalidades, y en algunos momentos, supo contribuir a resolver delicadas situaciones de orden cívico. Su conocimiento del pueblo de Haití le permitió ser un elemento clave para contribuir a que las dos naciones de la isla pudiesen desarrollar sus relaciones con normalidad, dentro del tradicional recelo que afecta a los funcionarios dominicanos y haitianos.

Mi padre se ha marchado, y aun cuando existe un vacío físico notable, pero siento que estamos llenos de sus vivencias y de sus recuerdos por ser un humano que supo enseñar, no solo a sus hijos, sino a todos que buscaban en él orientaciones y directrices para determinadas acciones de enfrentar los problemas en el servicio público. Gracias a todos, que de una u otra forma, han estado con nuestra familia en estos penosos momentos y sus muestras de simpatía quedan como una marca imperecedera en la gratitud de nuestros corazones.

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