El dominicano que reside en Estados Unidos, receptor de tantas campañas internacionales en contra de República Dominicana ha de sentirse muy afectado por lo que significa ese atropello inmerecido al sentimiento de un pueblo que ha sido más que generoso con su vecino Haití. Lo que escuchamos de una reportera norteamericana de la gran cadena árabe “Aljazeera”, fue lo último. En su andanada desinformativa comparaba, entre otras imputaciones, a nuestro país con los campos de concentraciones nazis y señalaba que se está creando una crisis humanitaria, violando descaradamente todas las reglas de la objetividad periodística. Esta cadena (que también aparece en Internet) con sus intereses malsanos contra lo nuestro, llegó hasta llega a acusar a las autoridades dominicanas de una especie de “social cleansing” o sea, de una tal “limpieza social” a esa gente haitiana por su tez oscura.
Eso viene de aquella ley malvada, que dice “injuria, injuria, que algo queda”.
Por ello, hay que entender a los dominicanos que residen en Estados Unidos y los que viven en República Dominicana por lo sorprendidos y agraviados que han de sentirse ante esta pesada, adversa e injusta carga promocional que se les trata de imponer a la fuerza irrespetando la razón. En Nueva York se levantan las voces de compatriotas que piden al superior gobierno que cambie el nombre al “Parque Nacional Los Haitises” ubicado al noroeste de Republica Dominicana, enmarcado en la bahía de Samaná.
Y no se puede culpar a los dominicanos porque defiendan lo suyo calificándolos de exagerados, sin medir a sus adversarios con la misma vara.