Tenía años por visitar al popular y exitoso compositor Miguel Angel Amadeo. Siempre se me hacía difícil ir a compartir con él en su tienda de discos, allá en El Bronx, ese santuario de la música latina cuyo protagonista ha tocado el corazón de toda Latinoamérica.
Al llegar a Casa Amadeo, rememoré aquellas alegres e instructivas tertulias de Roberto Marcallé (en las tardes de los sábados en la oficina de El Nacional en Nueva York, por los ochenta).
Este amable y sencillo puertorriqueño, me recibió como que nos conocíamos de hace años. Sin reparar en ese prestigio que otorga tener una calle con su nombre y todos los más altos honores que pueda recibir un latino en los Estados Unidos. Compositor de más de cien canciones convertidas en éxitos. Como aquella que popularizó El Gran Combo: “Lo que me vayan a dar, que me lo den en vida”.
Amadeo es de las escazas tiendas de discos que aún nos quedan en Nueva York. Y, con tantos éxitos en su alforja, se nos presenta con esa enérgica humildad que solo da la razón de la experiencia. Toma su guitarra y marca los acordes de su primer éxito (1954): “No, tú no puedes dejar de quererme porque sabes que Dios ya sabrá castigarte si rompes tus promesas de amor”.
Otra muy conocida por nosotros, la grabó Lope Balaguer Julito Deschapms y Anthony Ríos: “Si tú quieres conservar una amistad entre tú y yo, será muy fácil pero amarte como ayer, con tanta sinceridad no puede ser Yo no niego, que aún guardo en mi pensamiento de aquel amor, un recuerdo….”
Continuaremos en la próxima entrega.