Conciso. La salsa de Diego “El Cigala”

Conciso. La salsa de Diego “El Cigala”

Hacía tiempo que no veía a un cantante disfrutarse tanto su propio show. Sus sonrisas y carcajadas, hicieron lucir a Diego “El Cigala” como un niño con juguete nuevo. El pasado ocho de este mes, Nueva York despertó el interés por presenciar el debut salsero de El Cigala en el “Lehman Center for the Performing Arts”. Un escogido idóneo de músicos: Johnny Rodríguez, Jimmy Bosch, Ricky Gonzalez, Jimmy Delgado y el cantante Tito Allen, entre otros renombrados. El, que desde su combinación con el maestro Bebo Valdez (en el álbum “Blanco y Negro”) ha sabido adobar su acento flamenco con los ritmos afroantillanos, después de la actuación del veterano sonero Tito Allen, entró al escenario, melena suelta, trajeado de negro y con una amplia sonrisa que demostraba su felicidad. Era contagiosa, esta forma poco común de actuar en Nueva York. Parecía como si no se hubiera percatado de que estaba frente a un público, casa llena. Algo que poco ocurre en los conciertos de salsa, El Cigala pocas veces se levantó de su asiento. En medio del escenario, con una mesita en la que descansaba, de vez en cuando su copa. Salsas viejas, nuevos arreglos, redescubiertas por este andaluzado sonero al que hay que ver interpretando esa fusión de “Juanito Alimaña”, “Lágrimas negras”, “Indestructible” o “De cualquier maya sale un ratón”… Sus locuras bien administradas, fueron permitidas por la audiencia. Le daba lo mismo dar la espalda para aplaudir o para hacer reverencia a cualquiera de los músicos. Maravillado. Algunos llegaron solos, y subieron para darle respaldo, como fue el caso del trombonista de Lavoe, Reinaldo Jorge. El Cigala contrastó bastante de esos que suben a las tablas y se notan tensos. ¡Gran noche!

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