«Dating Naked» se estrenó la semana pasada en EE.UU. El formato es bien conocido: un grupo de concursantes que buscan pareja viajan a una isla paradísiaca en la que tendrán varias citas y deberán pasar diversas pruebas, para elegir, al final del programa, con quién se quedan. ¿La novedad? Los participantes están desnudos.
Esa es la premisa del nuevo concurso del canal VH1 «Dating Naked» («Cita al desnudo»), que se estrenó hace unos días en Estados Unidos y que se viene a sumar a una serie de espacios televisivos que han llegado a la pequeña pantalla en los últimos meses, contra los cuales el principal reclamo es que los protagonistas aparecen sin ropa.
Fue la cadena Discovery Channel la primera en probar suerte hace ahora un año con «Naked and Afraid» (desnudos y asustados), un programa en el que dos concursantes del sexo opuesto deben sobrevivir durante 21 días en condiciones adversas en un remoto paraje, como Dios los trajo al mundo.
La emisión del primer episodio de ese reality, en junio de 2013, logró atraer a más de cuatro millones de espectadores -el mejor dato de audiencia en un estreno para Discovery en varios años- y en la actualidad el programa es uno de los que mejor funciona en la televisión por cable la competitiva noche de los domingos.
Visto el éxito que la desnudez tiene entre el público, además de «Dating Naked», a la parrilla televisiva en EE.UU. se han sumado recientemente los programas «Buying Naked» («Comprando desnudos») y «Naked Vegas» («Las Vegas al desnudo»).
En el primero, agentes inmobiliarios se dedican a vender propiedades a potenciales compradores en una comunidad nudista de Florida.
Mientras, «Naked Vegas», del canal SyFy, sigue las andanzas de la propietaria de un negocio de pintura corporal en la ciudad del pecado.
Poco qué ver. Los desnudos son el principal reclamo de estos espacios, aunque lo cierto es que, más allá de los traseros de los concursantes, lo que se ve es bien poco, ya que las partes íntimas aparecen pixeladas o son convenientemente tapadas por el mobiliario o la decoración, haciendo que a los espectadores no les quede más remedio que utilizar la imaginación.
Los productores de «Dating Naked» aseguran que se trata de «un experimento social» para ver cómo se comportan dos desconocidos sin ropa, mientras que los de «Naked and Afraid» insisten en que la desnudez no es el elemento principal del espacio sino las habilidades de los participantes para sobrevivir en un entorno hostil.
En el caso de «Buying Naked», desde el canal TLC señalan que el objetivo del programa es mostrar una realidad -la de los amantes del naturismo- con la que el público no está familiarizado.
Los críticos televisivos lo ven de otra manera y muchos aseguran que, dos décadas después de que la telerrealidad debutara en televisión, resulta difícil sorprender a la audiencia y presentar a los concursantes desnudos es la única manera que tienen de diferenciarse de la competencia.
Hace unos días el comentarista del New York Times Neil Genzilinger bromeaba con que si la moda de los programas nudistas sigue extendiéndose, los diseñadores de vestuario se quedarán sin trabajo, y aseguraba que si deciden hacer una versión sin ropa de la exitosa serie británica de época «Downton Abbey» -en ese caso «Naked Downton Abbey»- él no la vería, ya que sin esos vestidos «no sería lo mismo».
Todo por la audiencia. «Como sucede con otro tipo de programación, la telerrealidad es cíclica», asegura Oriana Schwindt, redactora de la revista estadounidense TV Guide Magazine.
«Durante un tiempo todo eran concursos de cocina, hasta que los niveles de audiencia empezaron a bajar. También hubo una época en la que estaban de moda los concursos de canto y últimamente hemos visto como ya no tienen tanto éxito», señala Schwindt en conversación con BBC Mundo.
En «Buying Naked» agentes inmobiliarios venden propiedades en una comunidad nudista de Florida.
«Los canales necesitan programas que les permitan diferenciarse de la competencia y enseñar a los concursantes desnudos es una manera de hacerlo. Además, hay que tener en cuenta que estos programas no cuestan mucho de producir y por eso son muy atractivos para las cadenas por cable, que son las que los emiten», explica la periodista de TV Guide Magazine.
Según Schwindt, los propios productores de estos espacios «no tienen problemas en admitir que formatos como este tienen como objetivo principal subir los niveles de audiencia, incluso si las cosas se están llevando al límite».
«Al fin y al cabo eso es la telerrealidad. Han de ser lo más extremos posible para atraer al público».
Dominic Patten, editor de televisión de la publicación especializada Dateline Hollywood, coincide con Schwindt en que introducir el nudismo en la pequeña pantalla no tiene otro objetivo que atraer a la audiencia.
«En la última década hemos visto una explosión de los programas de telerrealidad, al tiempo que se han multiplicado los canales y las plataformas que los emiten, así que para diferenciarse de los competidores a los canales no les queda más remedio que producir este tipo de programas», apunta Patten en conversación con BBC Mundo.
«La desnudez ha formado parte de los programas de telerrealidad desde un principio. A los concursantes se les suele enseñar sin ropa a la mínima oportunidad»
«En el caso de ‘Dating Naked’, por ejemplo, están fusionando dos formatos: uno clásico, el de citas, con uno nuevo, que es el de los concursantes desnudos».
«De todos modos, la desnudez ha formado parte de los programas de telerrealidad desde un principio. A los concursantes se les suele enseñar sin ropa a la mínima oportunidad», asegura Patten.
El periodista de Dateline Hollywood no está convencido de que la moda de los desnudos vaya a durar mucho, ya que «una vez los espectadores se hayan acostumbrado a ello desaparecerá el factor de la novedad».
Por su parte, Oriana Schwindt cree que mientras la audiencia siga sintonizando, las cadenas seguirán apostando por el nudismo, aunque considera que hay límites.
«No creo que veamos pronto un «Bailando con las estrellas» en el que los concursantes aparezcan desnudos», señala Schwindt bromeando.
«Mucha gente no querría verlo y sería complicado de llevar a la práctica, ¿no?».