Concurso de embustes

Concurso de embustes

La vida política dominicana ha sido un prolongado concurso de embustes; líderes comunitarios de todas clases –académicos, sindicales, empresariales, políticos– se empeñan en sostener argumentos engañosos, injustos o incompletos, con la finalidad de arrimar la brasa a su sardina. De ahí que numerosas decisiones públicas muestren en poco tiempo su carácter artificioso, inadecuado o, simplemente, “chapucero” o perverso. Hacer “cosas mal hechas” es la regla. Siempre intentamos “meter un chivo”. Estamos acostumbrados a decir embustes y a “implementar” las trapacerías más complicadas. Hemos probado muchas formas de hacer mal las cosas. Solo nos falta intentar hacerlas bien, aunque sea para ver qué pasa si empleamos ese insólito recurso.

Todo cuanto se proponga en el ámbito público creará controversias. Llevar a cabo un proyecto mañoso dará tanto trabajo como organizar uno bien hecho, útil para toda la comunidad. Y al final, puede haber más satisfacciones que disgustos. ¿Valdría la pena experimentar con la vía inédita de “querer hacer lo correcto”? Es perfectamente posible que la buena voluntad fracase ruidosamente, como han fracasado antes cientos de iniciativas amañadas y perniciosas. Pero, en este caso, nos quedaría un buen sabor de boca: habríamos procedido con lealtad a nosotros mismos, sin participar en el consabido concurso de embustes. Sería “un adelanto” en la conducta social de los dominicanos.

Otro problema, tan importante como “vivir del embuste”, es que cada funcionario dominicano cree ser un “culebro macho” o un “peje cajón”. La palabra “cancún” es un vocablo yucateca que en lengua maya quiere decir nido de culebras. Las culebras, pues, viven en comunidades. Los cubanos dicen “rosca” o enredijo de “majases”. Los majases son víboras que se reproducen en cuevas. Los “culebros machos” de Santo Domingo pretenden que toda la cueva sea de su propiedad.

Muchos funcionarios dominicanos son “culebrones autónomos” que actúan como “islas de poder” en negociados y ministerios. De los culebros machos dominicanos se pregona que no caben dos en el mismo hoyo. La expresión se usa en sentido político y también administrativo; el dicho está vigente desde la época “mandibularia” del Presidente Ulises Heureaux. El dictador Lilís fue “ultimado” en Moca hace setenta y cinco años. Todavía no nos hemos curado del “culebrismo”, ni tampoco del “embustismo”.

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