WASHINGTON. AFP. La condena en Cuba al subcontratista estadounidense Alan Gross echa un balde de agua fría sobre las relaciones bilaterales, pero hay oportunidades para avanzar si los gobiernos se muestran dispustos a generar la confianza necesaria, estimaron analistas ayer.
Un Tribunal de La Habana condenó el sábado pasado a 15 años de prisión a Gross, un subcontratista del Departamento de Estado de 61 años que fue arrestado en diciembre de 2009 en La Habana cuando repartía material de comunicaciones a grupos judíos en la isla. Washington no tardó en reaccionar a la condena por delitos contra «la integridad territorial»: el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Tommy Vietor, calificó la sentencia de «otra injusticia en el suplicio» de Gross y el Departamento de Estado defendió su labor en Cuba. El caso de Gross frenó un periodo de distensión que se había producido entre Cuba y Estados Unidos, países que carecen de relaciones formales desde hace medio siglo, tras la llegada al poder de Barack Obama, quien levantó algunas restricciones.