Condenan caníbal alemán

Condenan caníbal alemán

KASSEL (AFP).- Armin Meiwes, el «caníbal de Rotenburgo», fue condenado este viernes a ocho años y seis meses de cárcel por una corte de Kassel (centro), que juzgó este macabro caso sin precedentes en la historia judicial y criminal de Alemania.

Meiwes, de 42 años, y especialista en computación, es culpable de homicidio por haber matado, descuartizado e ingerido partes anatómicas del ingeniero berlinés Bernd-Juergen Brandes, un año mayor que él, el 10 de marzo de 2001, en su casa de Rotenburgo, en el valle del Fulda (centro de Alemania).

Los magistrados consideraron que Meiwes es plenamente responsable de sus actos y no padece ninguna enfermedad mental que justifique su envío a una clínica psiquiátrica.

El caníbal y su víctima filmaron el horroroso acto en vídeos caseros. El fiscal reclamaba una condena a cadena perpetua por «asesinato por placer sexual». Pero la defensa solicitó a la corte una sentencia por homicidio a pedido de la víctima.

Los jueces escucharon el dictamen de dos médicos, un psiquiatra y un sexólogo, que coincidieron en que Meiwes es plenamente responsable de sus actos desde el punto de vista penal y por lo tanto imputable.

Según el juez Volker Muetze, el acusado es culpable «de un comportamiento rechazado por nuestra sociedad, como es el de matar y descuartizar a un ser humano».

«Estamos en el límite del derecho penal, porque no hay experiencias sobre esto», agregó el magistrado al admitir que los magistrados han incursionado en un terreno nuevo desde el punto de vista judicial.

Sin embargo, tanto la víctima como el autor de la muerte «estaban profundamente perturbados psicológicamente y esperaban cualquier cosa uno del otro», subrayó el magistrado al fundamentar su veredicto.

Meiwes no denotó ninguna emoción cuando se anunció la sentencia, en una sala atestada de periodistas de todo el mundo.

El caníbal de Rotenburgo, según su propia confesión, sólo podía estimularse sexualmente cuando se imaginaba troceando un cuerpo humano, y con el acto que compartió con Brandes estaba realizando un sueño que tenía desde su infancia, satisfacer sus impulsos de comer carne humana.

El acto concertado entre el acusado y Brandes, un ingeniero de computación, no fue un asesinato, dijo el juez. Meiwes no mató a su víctima para satisfacer sus impulsos sexuales, como alegó la acusación. El placer de matar no fue el motivo predominante. El caníbal procuraba con la ingestión de su cuerpo una estrecha unión con otro ser humano. No se trató de placer y sexo, sino de seguridad y protección, afirmó la corte.

Según el dictamen de los médicos el acusado estaba en sus cabales, tenía un coeficiente medio de inteligencia y estaba en pleno uso de sus capacidades intelectuales. Meiwes presentaba algunas perturbaciones morales debidas a problemas de su infancia y juventud probablemente, así que necesitaba ser sometido a una psicoterapia. Pero el afán principal del caníbal era el sensacionalismo, coincidieron los facultativos.

Tampoco se puede afirmar que hubo homicidio a pedido de la víctima, dijo el juez más adelante, porque ésta no reclamó expresa y formalmente ser matada por Meiwes. Para Brandes, se trataba de ser castrado y «experimentar la emoción más fuerte de su vida».

Tras colocar avisos en internet buscando un hombre que quisiera dejarse devorar, Meiwes dió con el ingeniero berlinés, que padecía impulsos masoquistas de autodestrucción y quería ser castrado.

El caso puso al descubierto un siniestro ambiente de canibalismo y sadomasoquismo internacional, en el que según el propio acusado hay miles de personas que procuran objetivos similares y coincidentes.

La condena de 8 años y medio se podría convertir en una pena efectiva de seis años como máximo, si Meiwes muestra buen comportamiento en la prisión.

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