Condiciones para seguir adelante

Condiciones para seguir adelante

El contexto mundial resulta adverso a República Dominicana en este momento, con la covid-19 reactivada en Estados Unidos, Puerto Rico y Cuba, entre otros países de cercanía, una peste porcina que parece haber entrado por Haití, situado en su peor crisis política y social, y una temporada ciclónica energizada por el cambio climático, visto por una importante colectividad científica como causante de irreversibles daños globales al ambiente, sin que exista suficiente consenso en la comunidad internacional para revertir la emergencia sanitaria.

Muy excepcionalmente, estos 48 mil kilómetros cuadrados del Caribe que corresponden a los dominicanos atraviesan por un período de índices favorables en el control a la pandemia, con reducción de hospitalizaciones, contagios y mortalidad.

Con una positividad en moderaciones y una curva estadística hacia arriba que pone en pausa total la aplicación del toque de queda en importantes jurisdicciones. Los números indican que la vacunación ha obrado para bien, que las precauciones están surtiendo efectos positivos y se atenúa el viento en contra de los quebrantamientos colectivos de conducta que de cuando en cuando alarmaban y presagiaban lo peor.

El coronavirus es un monstruo ante el cual no se puede bajar la guardia. Los riesgos de retroceso en ese campo de la salud residen claramente en la posibilidad de que los entusiasmos lleven a multitudes festivas, al aire libre o bajo techo, a cantar victoria antes de tiempo echando a un lado las mascarillas, los distanciamientos y la higiene.

Tranquiliza que en ocasiones disminuya el interés de vacunarse, de cuyo alcance mayor depende el logro de la inmunidad de rebaño después de haber estado el país entre los que más ha avanzado en la protección biológica de su población.

En el orden económico y monetario, la recuperación de actividades productivas ha superado expectativas a partir de políticas de incentivos con un fluir flexibilizado de recursos financieros que motorizan ámbitos empresariales, en un marco de confianza para la inversión que solo en turismo ha fluido como si no hubiera virus.

La restitución de dinamismo en zonas francas diversificadas con operaciones que enriquecen tecnológicamente el desarrollo manufacturero, y crean numerosos empleos con pocas inversiones, es una de las mejores señales de que el país va hacia adelante.

El empleado promedio de esos parques aparece en los primeros lugares de mano de obra eficiente en esta región cercana al gran centro de consumo que constituye Estados Unidos.

El trabajador dominicano de ultramar está, en este momento, entre los pilares en que se fundamenta el proceso de recuperación de la economía.

El crecimiento por encima del 40% en corto tiempo del volumen de remesas que envían desde el Norte de América y de otras latitudes de Occidente pone de relieve a la emigración dominicana como una auténtica fuente de riqueza, calculándose que para todo el año en curso llegará al total de mil millones de dólares, sin los que hubiera sido mucho más difícil enfrentar la multiplicación de gastos para capear la hondura de los problemas asociados al patógeno SARS-CoV-2. Sigamos en pie, avanzando, con vista al frente.

Buenos motivos para el optimismo en lo económico y la salud colectiva

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