Superar los atavismos que llevan a concebir la democracia como un instrumento para concretizar las preferencias de determinado grupo de interés que anula el bien común es uno de los retos que debe superar todo sistema político para poder construir una democracia viable, en la que todos los ciudadanos consideren sus instituciones como propiedad del pueblo, y en la que, la legitimidad política se concretice sobre la base de una representación política de proximidad, cercana a la gente.
Sin embargo, procedamos a analizar las condiciones indispensables para consolidar lo que llamamos democracia viable.
En primer lugar, debe existir el interés común de fortalecer las instituciones políticas y dotarlas de pluralismo y sentido patriótico. El inconveniente que se suscita en este aspecto, es que el marco en el que se construye esto se alimenta, muchas veces, del nacionalismo, y encuentra ahí, una dinámica excluyente que impregna a la democracia. La solución a esto es el republicanismo, asumir la república como forma de gobierno para el Estado.
En segundo lugar, la participación de la ciudadanía en la toma de decisiones, y la influencia que puede ejercer el pueblo sobre los asuntos de interés nacional forman un sentimiento compartido de identidad e interés colectivo que hacen de la democracia una actividad permanentemente en desarrollo. Todo esto se materializa con una representación política que preconice la idea de buena calidad de la democracia, que promueva la transparencia y el buen gobierno.
En tercer lugar, para una democracia viable, se debe suprimir toda práctica discriminatoria que pudiese existir contra grupos religiosos, preferencias sexuales, etnias, culturas, clases sociales, regiones, etc.
Además, como cuarto aspecto agregamos, una economía sostenible, que promueva el crecimiento económico, la inclusión social y la igualdad para la gente, ya que, el sistema democrático se sostiene, además de los factores que hemos indicado, con el componente de que la ciudadanía perciba bienestar, estabilidad y paz social.
En definitiva, una democracia viable es la aspiración de quienes creemos en que el bienestar de los ciudadanos depende de la calidad de la representación política, la legitimidad de las instituciones públicas y el crecimiento económico inclusivo.