Herirse, quemarse, oprimir las heridas, quitarse las pústulas, rascarse hasta sangrar, golpearse, desprenderse las uñas con los dientes para que duela o arrancar la piel cercana. Las conductas autolesivas pueden pasar desapercibidas por la facilidad de disfrazarlas, de engañar.
Aún así, las estadísticas oficiales muestran un aumento de consultas por esa causa de alrededor de un 30% en 24 meses, cerca de 10% de ese incremento llegó con el covid-19. Es la tercera causa de muerte entre los 15 y 19 años.
La sicóloga Ivonne Guzmán describe entre las razones trastornos ligados a la depresión,violencia intrafamiliar, traumas por abuso sexual, acoso escolar o ingesta de sustancias.
Otro dato preocupante es que aunque la población más afectada está entre 11 y 16 años, ya hay casos de 10 y hasta de menos edad.
Las hembras de zonas urbanas inclinan la balanza con esos métodos. Los varones son más propensos a lastimarse al manejar o consumen drogas. Están retos que instan a automaltrato y ahí entran ambos sexos.
Señales. La especialista llama a vigilar porque cuesta identificar esas agresiones. Los chicos tienden a aislarse, ocultan sus brazos mutilados o quemados, hablan poco, evaden, están irritables, sienten que son unacarga y creen que nadie puede ayudarles.
“La intención inconsciente es no tolerar un estado emocional estresante, tienen dificultad para expresarse de forma sana o madura”, sustenta.
Padres, atención. Detectada la situación, Guzmán, del Centro Profesional Psicólogos Unidos, recomienda escuchar con empatía y comprensión, buscar apoyo de un profesional de la salud mental, retirar cualquier ob jeto o sustancia que pueda servir para dañarse.
Promover un ambiente seguro, recibir sicoeducación para adquirir herramientas que ayuden a ver los signos de alarma con más facilidad.
Recuerda que la adolescencia es una etapa de muchos cambios y los adolescentes necesitan ajustes para afrontar su día a día.
“Fomentar las aptitudes que le servirán para la vida y hacerles sentir nuestro apoyo, en gran medida puede evitar cualquier conducta de riesgo.
En momentos en los que la crisis del covid-19 ha trastornado el ritmo de vida de las familias, sugerimos fortalecer vínculos para que sientan seguridad y confianza”, exhorta.
- Frente común
La sicóloga Ivonne Guzmán narra el caso de Johana, cuya hija de 16 años se hería. Desesperada habla con la madre de una amiga y descubren que la otra chica también lo hacía. Unirse ayudó a estas progenitoras a salvarlas. - Dolor para sublimizar
La concepción de que el dolor sublimiza, transporta al placer, puede ser interpretada de forma errónea. Es según su propio testimonio, lo que hacía al roquero argentino Charly García cortarse la piel antes de subir al escenario.
LA CLAVE
En carne viva
Testimonio de Ana. Tengo 14 años y me lastimo desde que empezó la pandemia. Aunque siempre he tenido situaciones difíciles, ahora sin mis actividades extracurriculares la ansiedad ha crecido y lastimarme es una forma de dejarla salir, igual que estar con mi celular.
La relación con mi padre es nula, lo conocí a los cuatro años y lo he visto cuatro veces, la más reciente por casualidad. Con mi mamá las cosas no van bien y en la escuela peor. Tengo buenas notas pero mal vínculo con mis compañeros.
He sido víctima de burlas desde primer grado, mi mamá me cambió de colegio pero solo cambiaron los nombres de mis agresores. Incluso niños nuevos me atacan. Sé que es una conducta dañina y que necesito ayuda.
Desde el vientre
A los 13 años, Lila empezó a cortarse los antebrazos. Su madre lo atribuye a su ausencia física y emocional por cuestiones laborales y a la tortuosa relación de ambas con el progenitor. Marido maltratador y padre indiferente desde el embarazo, que luego abandonó la casa y sus resposanbilidades paternales.
“Cuando nos separamos, estuve menos alterada pero para la niña no fue mejor. Obligada a estar demasiado tiempo sola por mis ocupaciones de proveedora, era agresiva, exigente y cuando le negaba alguna petición entonces se cortaba a escondidas y luego hasta me mandaba vídeos, después llegó al extremo de hacerlo frente a mi”, para Mercedes contar esta historia aún es doloroso.
Fue horroroso, prosigue. Por un lado era soberbia y por el otro ansiosa. Saber que llegaba al extremo de dañarse y necesitar que lo viera era una situación que rebasaba a esta mujer.
Lidiaba con una situación difícil. Era desgarrador verla llegar a ese estado en el que ya no ocultaba su actitud. “Me auxilié en mi familia, fuimos un equipo. Una misma necesita ayuda, para ayudar a sus hijos, por eso hay que buscarla. El apoyo familiar fue clave”.