Confesiones de un forense

Confesiones de un forense

SERGIO SARITA VALDEZ
Luego de realizar decenas de miles de autopsias, durante más de veinticinco años en el Estado de New York, el doctor Michael M. Badden se decidió a escribir el libro titulado «Muertes violentas» publicado por la editora Ballantines Books en 1989. Dicho autor define al patólogo forense como un médico cuyos pacientes no pertenecen al mundo de los vivos por lo que permanecen silenciosos. Cataloga a tal especialista como un detective necrófilo que reúne las evidencias médicas y las junta con los datos de las circunstancias que rodearon el deceso, a lo que agrega información acerca de la vida del difunto. A través de la necropsia hacemos hablar a los que fallecen.

Narra el doctor Badden que una de las tareas fundamentales del médico forense cuando realiza una autopsia consiste en distinguir las defunciones naturales de las violentas y en estas últimas poder establecer cuando se trata de un homicidio, suicidio o muerte accidental. No solamente se debe conformar el facultativo con determinar la causa que segó la vida de la persona sino que es también su obligación analizar el tipo de trauma, así como el mecanismo mediante el cual se produjeron las lesiones.

El patólogo forense tiene que explicar, en el caso de las heridas por arma blanca, el ángulo de penetración en la piel, la trayectoria seguida por el arma y el carácter de las heridas a tejidos, órganos y vasos sanguíneos, amén de comprobar el volumen de sangre perdida y la gravedad de cada una de las estocadas infligidas a la victima. Cuando existan múltiples puñaladas deberá especificar si todas fueron causadas por un solo tipo de arma o si por el contrario participaron varios instrumentos filosos en el hecho criminal.

Por medio de la autopsia medicolegal podemos reproducir en los tribunales la forma en que ocurrieron los daños hallados en el cadáver. Asevera Michael que el forense observa datos que otros no pueden identificar. Sus descubrimientos y evaluaciones estadísticas ayudan a implementar políticas preventivas de salud, verbigracia el uso de los cinturones de seguridad en vehículos y los cascos protectores en los motoristas. Enfermedades desconocidas que se tornan epidémicas como ocurrió con el Sida fueron detectadas en las mesas de autopsias de patología forense. La contribución del alcohol y las drogas en un alto porcentaje de los accidentes vehiculares y en menor proporción en las tragedias de avión han sido aportadas desde las salas de necropsia.

Nos recuerda el afamado patólogo que sin una correcta metodología investigativa corremos el riesgo de no recolectar apropiadamente las evidencias médicas con el catastrófico resultado final que un culpable sea puesto en libertad o que un inocente sea condenado a decenas de años en una cárcel. Es reveladora la información vertida en el libro en donde se nos asegura que la autopsia realizada en el cadáver del asesinado presidente norteamericano John F. Kennedy no participó patólogo forense alguno. Ese experticio medicolegal fue llevado a cabo por un patólogo general, de ahí las múltiples pifias en el reporte forense. A mediado del año 1982 el presidente dominicano don Antonio Guzmán murió violentamente a causa de una herida por proyectil de arma de fuego, en ese caso ni siquiera se hizo autopsia.

Reflexiona el doctor Badden quien si bien es cierto que con la muerte se cierra el ciclo vital del individuo, también es real que el cadáver encierra la biografía del fenecido a través de las cicatrices, los huesos, los órganos y la sangre. Amplía el concepto puntualizando que muchos de los que mueren violentamente llevaron una vida que de alguna forma atraía a la violencia o su colocaron en una situación que favoreció el desenlace fatal. Observa además que con frecuencia los cuerpos de las victimas mortales no naturales contienen viejas heridas por bala o arma blanca en etapa de cicatriz. Sin embargo, subraya que en su opinión cada nueva necropsia representa una caja de sorpresa.

En la obra citada se relatan casos forenses espectaculares de gran resonancia social en los Estados Unidos con sus aciertos y errores. Se trata de un material bibliográfico interesante para juristas, penalistas, criminólogos, médicos y patólogos forenses, y lectores ávidos de conocimiento que deseen ensanchar su acerbo cultural.

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