«Confessions on a dance floor» El nuevo álbum de Madonna en despliegue

«Confessions on a dance floor» El nuevo álbum de Madonna en despliegue

POR TONY CALDERÓN / NICOLE SENCIÓN
Madonna está de regreso a las tiendas de discos. Y lo hizo con todo. Revitalizada y echando una mirada al pasado, en «Confessions on a dance floor», su más reciente material de estudio, un compacto que coloca a la «Reina del Pop» en el sitio que le pertenece: la cima.

El tiempo es implacable con las estrellas pop y el rock, y Madonna, como el ave Fénix, parece dispuesta a derrotarlo. Mientras las carreras de los artistas se acortan con el tiempo, la «chica material» en cada entrega se supera a si misma.

«Hung Up», el tema que abre el compacto y primer single del álbum, es una canción bailable basada en el clásico de Abba «Gimme! Gimme! Gimme! (A Man After Midnight)», que logra el propósito de Madonna. «¡Quiero que la gente salte de sus asientos!», había exclamado la diva sobre su disco. «Mi disco habla de pasarla bien sin parar».

Y es sin parar. Todos los temas están «enganchados» como en esos viejos casetes que algún amigo disc-jockey grababa en los años 80. Las canciones se suceden una tras otra, de modo que uno puede poner el CD y disfrutar de la música sin interrupciones.

«Nuestra intención era volver a dar un voto de confianza a artistas como Giorgio Moroder o los Bee Gees», explicó Madonna. «(El productor) Stuart (Price) y yo no queríamos hacer una ‘remake’ del pasado, sino hacer con él algo nuevo».

Pero «Confessions on a dance floor» no es sólo un disco bailable. Hay canciones que pueden convertirse en éxitos radiales, como «Hung Up», «Sorry» y «Push».

Inspirado en los finales de los 70 y primeros años de los 80, el álbum busca recuperar el espíritu de la música disco, con una vuelta de tuerca pero muy alejado de la experimentación electrónica a la que se sometió la música de Madonna desde mediados de los 90.

A los 47 años, Madonna hace de «Confessions on a dance floor» uno de los mejores discos de su carrera. Sin baladas, sin canciones experimentales, sin parlamentos políticos. Simplemente canciones para pasar un buen momento. Y, en los tiempos que corren, eso no está nada mal.

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