Confianza y optimismo

Confianza y optimismo

Estamos a mediados de febrero. Me consta que en el campo progresista se vienen desarrollando importantes esfuerzos en la dirección de acercar los distintos agrupamientos y personas, con miras a enfrentar la actual situación y las próximas elecciones. Todos estos esfuerzos son importantes.

 Pero los dirigentes y activistas más comprometidos con impulsar una alternativa de cambio en el país, capaz de desplazar las actuales cúpulas políticas y sociales, debemos evitar dividir los esfuerzos que hoy se desarrollan en dos grandes campos; los que quieren la unidad y aquellos que se le oponen.

Debemos confiar en la convergencia de todas las fuerzas progresistas comprometidas con el cambio; alentar a la multitud de personas sobre las cuales ejercemos algún tipo de influencia en el sentido de que esa convergencia es posible y necesaria, pero que tiene su momento; y que el movimiento progresista, consciente de las lecciones del pasado, ha adquirido la madurez necesarias para comprender que en el horizonte del avance y triunfo está la convergencia de todas las fuerzas y personas que clamamos por un cambio de rumbo del país; que esa convergencia tiene su momento, y que si no actuamos en consecuencia, condenaremos a nuestros hijos y nietos al peor de los futuros.

Debemos partir de que los actores sociales decisivos para cambiar la actual correlación de fuerzas y alcanzar una nueva mayoría política son un espacio por conquistar; que tanto los que luchamos desde un espacio unitario conformado por varias fuerzas como los que lo hacemos desde una de las actuales trincheras, tenemos como tarea principal conquistar el mayor segmento dentro de ese espacio social por conquistar, pero que esto no lo podemos hacer en competencia entre nosotros mismos y con nuestros aliados, sean estos actuales o potenciales, sino contra las cúpulas políticas y sociales que hoy controlan la vida política y social, aterrizando en las cuestiones que afectan la vida diaria de cada segmento social.

La gente nos observa y repetimos los errores del pasado, ello nos conduciría a que los integrantes de ese espacio por conquistar, que son la parte sana del pueblo, se reafirme en la idea de que no estamos preparados para conquistar el poder ni para afrontar los verdaderos problemas que aquejan a las mayorías del país.

En este sentido, sea cual sea el camino inmediato, tenemos la responsabilidad de construir y desarrollar los puentes hacia los demás, sin vanguardismo ni polémicas estériles; respetando a cada sector y alentándolo a avanzar. Manteniendo una relación fraterna y de mutuo estímulo. En fin, diciéndole a la Nación que estamos en condiciones de luchar por el poder, y vencer.

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