Confianza

Confianza

El país está bajo los efectos de una disminución de  la confianza de los sectores productivos en las expectativas económicas.

En ese estado anímico influyen factores externos que tienen repercusión local, como las constantes alzas del petróleo y la situación económica en los Estados Unidos por la crisis inmobiliaria, y variables locales como la campaña electoral y la aparente indecisión del Gobierno, en cuanto a firmar nuevamente o abandonar la tutela del Fondo Monetario Internacional (FMI).

Para mejorar nuestro índice de confianza tendríamos que modificar los elementos que la provocan. Y aunque nada podemos hacer en cuanto a las variables externas, sí podemos lograr aligerar el impacto de las causas internas de esa desconfianza.

Aquí tenemos que reglamentar con firmeza la duración y alcances de las campañas electorales para atenuar la incertidumbre que provoca el debate contradictorio y no siempre realista entre Gobierno y oposición. Si lográramos esto, se disiparía el dilema de si firmar o no  con el FMI, pues, sin duda, la causa de la ambivalencia a este respecto parece más política que económica.

II

Los dos factores internos que se citan no deberían existir entre las causas de pérdida de confianza entre los actores económicos nacionales.

Se trata de variables que tenemos a la mano y que deberíamos moderar para evitar que se sumen a factores externos tan fuera de nuestro dominio como las alzas petroleras y la situación económica estadounidense.

Ya el precio del petróleo remontó sobre los cien dólares por barril, haciendo sentir sus efectos materiales y psicológicos en Wall Street y otras bolsas mundiales e implantando una marca terrible para las economías que, además, tienen que lidiar con el hecho de que el dólar se ha ido devaluando de manera preocupante.

Nada podemos hacer para modificar esta cruda realidad.

En resumidas cuentas, la merma de la confianza de los actores económicos locales en las perspectivas económicas depende en gran medida de nosotros mismos.

Salud

El Poder Ejecutivo ha denominado el 2008 como “Año de promoción de la salud” y la decisión nos crea la ilusión de que se harán en este período esfuerzos extraordinarios para conjurar los problemas que enfrenta la parte de la seguridad social destinada a la atención en salud.

 El desempeño del Seguro Familiar de Salud ha sido verdaderamente traumático y son muchas las quejas de  ciudadanos que no logran la cobertura necesaria para atender sus dolencias. Siempre hay, de parte de quienes deben brindar el servicio, una carta bajo la manga que termina perjudicando al asegurado.

  Estos problemas obedecen a pugnas de intereses de sectores de voracidad insaciable que quieren convertir el SFS en su fuente de lucro.

 Es en virtud de estos problemas y de sus efectos negativos sobre la calidad de vida de millones de dominicanos  que nos llena de esperanza el hecho de que se haya denominado el 2008 como “Año de promoción de la salud”.

Desde luego, será así si se actúa distinto al 2007, que habiendo sido decretado  “Año del libro y la lectura”, muy poco se hizo para poner los libros al alcance de la gente para estimular su interés por la lectura.

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