Confirmación de principalía

<p>Confirmación de principalía</p>

JOTTIN CURY HIJO
Las pasiones políticas empiezan a desbordarse entre nosotros, cuando todavía nos encontramos a una distancia de poco más de un año para las próximas elecciones presidenciales. En programas radiales y de televisión, así como en todos los rincones del país, la gente formula predicciones sobre tal o cual partido o candidato. Incluso no faltan quienes, arropados por irracional fanatismo, se encuentran dispuestos a agredir a los que no comulgan con sus ideas.

Siempre he considerado que mientras más distante se encuentra una persona de una situación determinada, le resulta más fácil emitir un juicio certero, y como nunca he sido adepto de grupos ni partidos, intento el ensayo. Luego de haber visto las reacciones de los distintos dirigentes de la oposición sobre la rendición de cuentas del presidente Fernández, la cual fue leída en la Asamblea Nacional hace algunos días, me he percatado de que la pobreza conceptual de éstos constituye una de las causas que reafirman decisivamente el liderazgo de nuestro mandatario.

Sin pretender dejar de lado el innegable e indiscutible talento del presidente Fernández, cuyo carisma y capacidad discursiva lo colocan muy por encima de todos los políticos que actualmente aspiran la primera magistratura de la Nación, la mediocridad de quienes lo adversan contribuye a resaltar aún más sus cualidades. Ninguno de sus opositores, tanto internos como externos, ha sido capaz de desmentirlo esgrimiendo válidos razonamientos o incuestionables cifras

estadísticas. Por el contrario, han tratado de descalificarlo sobre la base de ataques personales o con superficiales majaderías que lejos de disminuirlo, lo han apuntalado a la cima del liderazgo político dominicano.

No podemos olvidar que las elecciones de medio término, gracias a las cuales el Partido de la Liberación Dominicana obtuvo mayoría en ambas cámaras legislativas, fueron ganadas principalmente por su intervención. Asimismo, su habilidad se puso de manifiesto cuando logró desactivar la huelga de choferes que generó incertidumbre en nuestra población. Su pericia se pone de manifiesto en estos momentos frente a sus detractores internos, quienes no pierden la menor oportunidad para atacarlo, recibiendo el silencio como única respuesta. Las adversidades propias del quehacer político, al igual que el acero se forja al calor del fuego, le han proporcionado madurez al liderazgo del presidente Fernández.

Más todavía, su compromiso con una seria reforma constitucional, en la cual han participado tanto la Iglesia Católica como miembros de distintas organizaciones partidarias y de la sociedad civil, ha evidenciado su vocación de concertar e integrar todos los sectores de la vida nacional. Su propensión al pluralismo, que contrasta con el sectarismo de otros dirigentes de su propio partido, también contribuye a colocarlo en un sitial privilegiado dentro del electorado.

Su discurso en la Asamblea Nacional, donde abordó temas tan diversos como la lucha contra el crimen, el tratado de libre comercio, el problema de las zonas francas, el déficit cuasi fiscal del Banco Central, entre otros, ha servido para dejar sentado una vez más su principalía en el liderazgo político dominicano. Tratar de negarlo o minimizarlo constituye una mezquindad. Y desafortunadamente esa es una moneda muy corriente en nuestro medio.

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