Conflictivas relaciones boricuas-dominicanos

Conflictivas relaciones boricuas-dominicanos

Con admirable valentía y dedicación Micah Wright se atrevió a abordar un tema que otros historiadores han desechado porque es arriesgado. Él lo considera “delicado”. En realidad, es extraño que existiendo tan rica documentación sobre los hechos se evite publicar la peligrosa relación que surgió entre dominicanos y puertorriqueños durante la ocupación norteamericana de 1916 a 1924.

Hubo muertes, sangre, dolor, lágrimas, disputas, discriminación, luto, orfandad, reclamos y una osada actuación de muchos boricuas que se unieron a los nacionalistas criollos contra el intruso, lo que les costó deportación, apresamiento, la vida.

“Puerto Rico and USA empire in the Caribbean” es el libro que prepara el investigador para su tesis de doctorado en Historia. Después de recoger datos en archivos y bibliotecas de Estados Unidos, Puerto Rico y Panamá estuvo en Santo Domingo y se sorprendió del rico acervo que contienen los fondos del Gobierno Militar de la época, Interior y Policía, Agricultura e Inmigración y Obras Públicas, entre otras fuentes del Archivo General de la Nación donde se internaba desde las 8 de la mañana hasta el cierre.

En esas instituciones trabajaron los puertorriqueños como superintendentes, supervisores, instructores, soldados, arquitectos… “En los primeros años de la intervención, todos los inspectores de agricultura eran puertorriqueños, los norteamericanos pensaban que los dominicanos no tenían conocimiento en agricultura científica y, por supuesto, esto causó mucho resentimiento entre dominicanos y puertorriqueños”, expresa Micah.

Igualmente, los puertorriqueños ocuparon las posiciones de guarda campestres del Central Romana y trabajaron también como estenógrafos y traductores. Los emplearon en Aduanas, fueron inspectores de Migración en Santo Domingo, Azua, La Romana… “Encontré que trabajaron en todas las ramas del gobierno militar estadounidense en la República Dominicana”, significa, y añade que “cuando el movimiento nacionalista ganó fuerza entre 1920 y 1921, el sentimiento contra los puertorriqueños era muy común”. Porque, aparte de desplazar de funciones a los nativos, algunos eran considerados espías.

Micah tiene discursos pronunciados contra esa presencia en manifestaciones celebradas en pueblos del país, arrestos por jueces “prebostes”, artículos anti puertorriqueños que aparecieron en la mayoría de los periódicos nacionales y citas de distinguidos escritores criticándolos, como Rafael Damirón que los llamó “claques serviles” y “extranjeros perniciosos”.

Pero los mismos puertorriqueños, según Micah Wright, fueron también víctimas de la Ocupación, como José Luís Cintrón, expulsado de la República por socializar con nacionalistas prominentes y escribir en la prensa contra los intrusos; Timoteo Paz, objeto de la violencia de los marines por las mismas razones; Julio del Toro Fernández, víctima de otra notable deportación. Juan López, boricua, fue asesinado por el comisario dominicano de La Romana sin que, de acuerdo con Micah, mediara provocación.

“Otros dominicanos perdieron sus trabajos, incluso siendo cualificados y concienzudos, como Ángel Pérez y Miguel Gomes quienes en 1923 protestaron contra el nombramiento de Alfonso Martínez como superintendente de Obras Publicas en Paya, porque era puertorriqueño”. Alegaron que aquí existían jóvenes capaces de desempeñar el cargo y que la designación “solo venia a engrosar la lista de los tantos puertorriqueños que hay empleados en los distintos departamentos del Gobierno a costa de la abstención de los nativos capaces”.

Es que fue cuantioso el número de dominicanos relegados por boricuas. Micah encontró que muchos puertorriqueños renunciaron como miembros de la policía insular de Puerto Rico para venir a servir como integrantes de la Guardia Nacional o la campestre.

Tragedias. Algunos documentos localizados por Micah Wrigth en el Archivo General de la Nación son estremecedores. Ángel Encarnación, de Rio Grande, escribió desde Fajardo a Antonio R. Barceló, presidente del Senado de Puerto Rico: “Por carta de mi hijo José Dolores Encarnación, residente en San Pedro de Macorís, el cual trabaja en el Central Las Pajas, y por el periódico El Mundo, me entero de la triste suerte ocurrida a mi querido hijo Timoteo Paz Encarnación, asesinado en San Pedro de Macorís por marinos del gobierno americano. Mi citado y desgraciado hijo deja en la mayor orfandad a cinco pequeñas criaturas, sus hijos, y como soy un pobre anciano… me dirijo a usted a fin de que recabe noticias exactas del triste suceso…”.

Fotocopió sentencias, pormenores del caso Luis Cintrón Valldejuli, que después, en 1922, fue reconocido por los dominicanos, en gratitud, y se le concedió Carta de Naturalización “con los deberes y derechos inherentes a los dominicanos”.

Wrigth lleva un fardo considerable de informes de inteligencia, en inglés, y las tétricas situaciones de dominicanos y puertorriqueños enfrentados o maltratados por los llamados “Provost Marshal”. Luis Hernández, Mario Saviñón, Aníbal Salade, Elio Fiallo, Pedro García, Miguel Logroño, Enrique Henríquez, Consuelo Santiago son protagonistas en los expedientes de Micah. Consuelo, puertorriqueña, figura censurada en un reporte de James J. McLean por sus casas de cita “Casa Blanca” y “Gioconda”, en Santo Domingo y el café “Maratraz” en San Pedro de Macorís, todos “de prostitutas”, considerados “centros de discordias” frecuentados por “mujeres de mala fama”. Expresa que la señora importaba chicas de Puerto Rico con “propósitos inmorales” y recomendaba su deportación como “persona indeseable”.

Martín Travieso, del Senado de Puerto Rico, ofrecía pormenores, por otro lado, del asesinato de Juan López, de Mayagüez, por Alberto Spencer, empleado de la policía secreta, a quien mantenían “confinado y bajo custodia” después del hecho. Muchos son los recortes de prensa que posee denunciando la deplorable relación entre boricuas y dominicanos. En Listín Diario se comentaba que “el sentimiento contra los puertorriqueños se acrecentaba”. Ponían como ejemplo el rechazo a estos en centros sociales y agregaba que “los dominicanos no pueden perdonar la intromisión inoportuna de los puertorriqueños en los asuntos políticos de su patria. Les molesta que los puertorriqueños ocupen allí altos puestos públicos y desempeñen cargos de importancia en el Gobierno”.

“Creo que los historiadores de ambas islas han evitado este tema porque es delicado”, significa Micah al tiempo que destaca las buenas relaciones existentes entre las dos naciones en otros momentos.

Micah nació el 26 de enero de 1983 en West Virginia, hijo de Warren y Marcia Wrigth. Está casado con Katherine Elizabeth Landau Wrigth. Es licenciado en historia, de la Universidad de Florida Central y tiene maestría en North Caster University. Aunque el objetivo de su trabajo es presentar el apoyo de los boricuas a la causa dominicana contra la Ocupación, tropezó con estos detalles que le han impresionado tanto como la indiferencia de los estudiosos de la historia. Por tanto, lo que iba a ser un capítulo de su obra, expresa, tendrá que ser necesariamente un libro.

Está agradecido de la colaboración de empleados del AGN y de la Biblioteca Nacional. Espera “poder devolver todos estos favores haciendo una valiosa contribución a la historiografía dominicana”.

 

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