El mundo vive un momento crítico, mediomundo en aislamiento, la economía planetaria prácticamente colapsada, sufriendo mucho. Brotan manifestaciones de solidaridad y confraternidad oportunas hacia los que sufren y para los héroes anónimos. Sin embargo, una parte significativa del liderazgo global, en vez de ponerse en el lugar que les corresponde promoviendo la cooperación para el bien de todos, optan por la confrontación, en medio de la calamidad, intentando obtener ventajas geopolíticas y beneficios electorales nacionales. Destapan su calidad humana al poner por encima de la salud de las personas los intereses económicos de los que más tienen.
No es momento de buscar o inventar culpables sino de elevarse para enfrentar un mal global. Ni las Guerras Mundiales alcanzaron la universalidad de esta pandemia. No se trata de justificar o criticar a uno u otro; los hechos hay que verlos en su justa dimensión. No acepto que me manipulen ni limiten mi capacidad de pensar. Unos y otros pudieran tener razones para desconfiar pero es momento de cooperar buscando soluciones que los poderosos pueden encontrar. En contra de la Organización Mundial de la Salud Trump insiste en referirse al “virus chino” lo que ofende y lastima tanto como si cuando estalló el SIDA en EEUU se refiriesen a ello como el “SIDA de EEUU”, habría sido muy ofensivo. No des lo que no debes recibir. Un periodista del Washington Post observó como en una conferencia en la Casa Blanca el documento tenia tachado “coronavirus” sustituido por “virus chino”. Es intención consciente. Cuando se habla de China siempre se agrega una coletilla con perspicacia “según dicen”. En otras naciones, incluyendo EEUU, se ha dudado de las cifras oficiales pero no se le estigmatiza con coletillas. Para ser objetivo, China, fue, objetivamente el único sorprendido con la epidemia y su magnitud; si se quiere, cualquiera puede dudar de ella, pero ciertamente desde enero todo el mundo sabía de qué se trataba porque los chinos lo informaron y mostraron, también, lo que había que hacer, Sí en marzo Trump, Balsonaro y Johnson, la extrema derecha sabihonda y anticientífica, negaban el alcance de la pandemia y como enfrentarla les hace responsable de las consecuencias internas. La prensa norteamericana y mundial critica constantemente la actitud negacionista asumida por Trump y le responsabiliza por su reacción tardía y la efervescencia de la epidemia en el país. Todavía amenaza con desactivar medidas en contra de opiniones de sus asesores. En momentos urgentes para cooperar Washington aprueba leyes y acciones agresivas contra Beijing.
En 2015 Bill Gates advertía que el país se preparaba para una guerra pero no para una epidemia. Desde entonces se han invertido cientos de miles de millones en nuevos armamentos pero no en la salud en un país con su sistema sanitario muy vulnerable. La actual administración ha desmantelado programas imprescindibles para estas circunstancias. Por eso especialistas advierten que lo peor no ha llegado. Las causas no están en Asia, están en casa.
¿Acaso China es buena para algo? Sí, para salvar la economía global. La única que lo puede hacer. El Financial Times lloriqueaba preguntando si China no volvería a salvar la economía igual que en 2008.