Confusión entre género y sexo

Confusión entre género y sexo

ÁNGELA PEÑA
Cada día, el feminismo imperante y la demagogia política tornan más confuso el lenguaje con el asunto del género y el sexo, como hemos comentado en otras ocasiones. Las benditas arrobas y los artículos entre paréntesis hacen ilegible el texto más bello. Conocedor de esta preocupación, el laureado escritor y publicista Efraim Castillo, mejor conocido como El Commander, nos hace llegar este artículo de Luis David Bernaldo de Quirós Arias, publicado en El Catoblepas, titulado “Habitantas”, “Personos”, Humanidod” y versus:

“El artículo definido o determinado (el, la, los, las) es un elemento determinante del sustantivo, ya que permite discernir el género y el número. Antes se definía como la parte invariable de la oración que acompaña al nombre para indicar su género y su número. En esencia, la definición es la misma.

Pero la realidad nos dice que esto no es cierto porque se ha dado a la letra a prácticamente los mismos atributos que al artículo: así se dice la jueza, la clienta, la médica, la ginecóloga, etc. Es decir: no se hace caso del artículo, sino de la terminación, intentando demostrar que las palabras terminadas en a son del género femenino. Hay que sustituir la o, de médico, por la a.

Siguiendo este razonamiento, como las palabras dentista, malabarista, periodista, artista, equilibrista, etc, terminan en a serán del género femenino. Por tanto habrá que decir dentisto, malabaristo, periodisto, artisto, etc., para indicar el género masculino sin hacer caso del artículo. Por otra parte, palabras terminadas en a, tales como mapa, sofá, etc., son del género masculino. ¿Habrá que decir mapo, sofó etc.? ¿Habrá palabra más femenina que mujer? ¿Habrá que decir mujera? Lo mismo pasará con la palabra madre, etc.

Después están los escritos con el/la/los/las/ todos/todas, etc, que en aras de un progresismo semántico-feminista quieren demostrar la igualdad entre ambos sexos. Lo que sucede es que se confunde el género gramatical con el sexo de las personas. Y para evitar poner el/la/los/las/todos/todas, recurren a la ridícula @.

La palabra habitante, por ejemplo, es una palabra del género masculino que abarca a ambos sexos. Asimismo, la palabra persona, es del género femenino que abarca también a ambos sexos. Lo mismo sucede con humanidad. Pero, claro, siguiendo la lógica jaimitera habrá que decir la habitanta, el persono y el humanidod. ¡Hasta en la Real Academia de la Lengua ha entrado la política! Nos parece que ha dejado de fijar, limpiar y dar esplendor.

Trato aparte merece el vocablo versus que, inexplicablemente, se utiliza erróneamente con el significado de contra, en contra de, en oposición a, etc., cuando en realidad significa todo lo contrario: hacia, en dirección de, etc. Si se escribe Galliam versus se está diciendo que vamos hacia la Galia. Si Oceanum versus, quiere decir que vamos hacia el océano.

Por el contrario, el vocablo adversus o adversum, sí tiene el significado de en contra, opuesto, enfrente, contrario, etc. Si se escribe in adversum, quiere decir hacia el lado opuesto. Si adversum flumine, estamos diciendo contra corriente del río.

De este último vocablo se derivan las palabras adversario, adversidad, etc., que todos sabemos qué significado tienen”.

El feminismo se ha impuesto a las leyes de la gramática, y las odiosas diferenciaciones están en todos los discursos y hasta en las obras de autoras supuestamente laureadas que en vez de cautivar al lector, lo espantan.

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