Densas humaredas ennegrecen e intoxican la atmósfera. Más de tres millones de vehículos, chatarras andantes, autobuses y motocicletas sin muffler, un tráfico intenso, profuso, fuente permanente de peligrosos contaminantes a los que se suma el polvillo procedente del desgaste de los neumáticos, partículas muy finas de carbón, el negro de humo que desde el suelo remolina en el aire con una polvareda.
Una incesante polución sónica y ambiental, bombardeo de gases y compuestos orgánicos volátiles invaden avenidas, elevados y túneles. Carros, camiones, patanas, las temerarias “voladoras” entre las que serpentean humeantes motocicletas, un parque vehicular envejecido, miles de unidades con tecnología obsoleta y combustión incompleta de los combustibles, en alta proporción de baja calidad.
La emisión de contaminantes se agudiza con los densos taponamientos, la ausencia de un eficiente transporte colectivo, falta de dispositivos de control que hacen del transporte el principal emisor de monóxido de carbono y otros tóxicos, según estudios de movilidad del Ministerio de Medio Ambiente.
Proceden de una flota numerosa, 3.4 millones de unidades, el 50% motocicletas y 23% automóviles, un promedio de un vehículo por cada tres habitantes.
En el Distrito Nacional, la provincias Santo Domingo, Santiago y otras ciudades se desplazan vehículos sin estar sometidos a registros ni restricciones, sin equipos para eliminar contaminantes ni silenciadores, con un ruido ensordecedor.
Carros, autobuses carentes de catalizadores lanzan tóxicos al ambiente, algunos cancerígenos como el benceno, químico liberado por la gasolina. Más peligrosos aún son los emitidos por el gasoil, los humos de los motores diesel, formados por partículas finas y ultrafinas que elevan la incidencia de enfermedades respiratorias, cáncer y otras patologías, en un proceso de acumulación lento pero continuo, progresivo.
Ignoran daños. Miles de autos con más de diez o veinte años, sobrevivientes de un intenso trajinar, como en el que va renqueando Demetrio, conductor de un minibús del transporte público al que, como a su dueño, la vejez sorprendió en constante ir y venir recogiendo pasajeros, dejando humaredas por el tubo de escape. Como la mayoría de los conductores y peatones, vive ajeno a la polución, como si no existiera o fuera inmune a sus efectos. Ignora que se expone a alteraciones en los sistemas respiratorio, cardiovascular y nervioso central.
Al igual que Demetrio, gran parte de la población desconoce que con una exposición de años, en forma crónica, crece la probabilidad de contraer cáncer, como ya ha advertido la Organización Mundial de la Salud. Difícilmente la relacionen con asma o neumonía, descenso de la hemoglobina, neurosis y reducción del trabajo físico e intelectual.
Exceso de azufre. La polución aumenta con la combustión de combustibles de mala calidad, con un contenido de azufre excesivamente alto como la gasolina y gasoil de la Refinería Dominicana de Petróleo (Refidomsa).
El petróleo que recibe de Venezuela contiene mucho azufre, y sus instalaciones no le permiten una mayor reducción. Por eso en gasolina la dosis de azufre es de 150 ppm (partes por millón), muy lejos de las 50 ppm a que se aspira, más aún de los estándares internacionales, entre 10 y 15 ppm.La gasolina y el gasoil premium importados tienen
niveles ajustados a esas normas, aunque no faltan surtidores que la mezclan. Así adulterada ensucia los inyectores y el vehículo expulsa humo.
La Refidomsa recién remodeló sus instalaciones, lo que permitirá mayor volumen de refinación del crudo que procesa. Pero para obtener gasolina y gasoil de más calidad precisa de una reingeniería, una cuantiosa inversión en tecnología que le permita reducir el azufre al crudo. Sólo para gas licuado de petróleo posee un sistema que lo elimina. Con esa reingeniería estarían en capacidad de suplir combustibles importados
refinados en el exterior, la gasolina y diesel premium que llega con 15 ppm.
Y, además, permitiría exportar combustibles de alta calidad. El azufre eliminado podrían utilizarse como materia prima para producir ácido sulfúrico, expresa José Andrés Rodríguez, técnico de Medio Ambiente.
“Estamos trabajando en las normas de verificación vehicular para bajar las emisiones de 70% a un 30 o 20%. Para implementarlas tenemos primero que normalizar los combustibles y que puedan cumplir con la calidad establecida para poder hacer esa verificación”, dice Rodríguez y agrega:__Cuando se tienen combustibles de buena
calidad se puede diseñar un sistema catalítico especial para el país que reduzca las emisiones. Los vehículos que no cumplan se mandarán a un taller para que le pongan ese sistema catalítico.
__Así podremos saber cuántos pueden adaptarse a ese sistema, y se seguirá unaestrategia para sacar gradualmente los que no lo hagan. Se hará una gran campaña de concienciación para que esto no sorprenda, que los conductores tengan una etapa de prueba, un plazo para la adecuación. Primero voluntario, luego obligatorio, con una política del gobierno para comprar los vehículos desechados y convertirlos en chatarra.
Humaredas. Mientras se aguarda el plan, la actualización de obsoletas normas de calidad de los combustibles por parte del Instituto Dominicano de Calidad (Indocal), Demetrio avanza zigzagueante entre el mar de vehículos expulsando humaredas que nublan el ambiente.
Su minibús carece de un catalizador, dejando el lastre de contaminantes, algunos muy dañinos, procedentes del gasoil regular que este conductor utiliza, alimentando la cortina de humo que alcanza a transeúntes que sin percibir el peligro, inhalan tóxicos que la brisa lleva y trae.
Además de humos y vapores, ese combustible de gran consumo en el país, emite dióxido de azufre, causante de la lluvia ácida. Expulsa mucho humo, bastante dañino si es oscuro, pues liberan partículas minúsculas que van al tracto respiratorio.
Con el gasoil o la gasolina regular los vehículos nueños se dañan o no encienden. Generalmente lo consumen los más viejos, como el minibús en que va chocheando Demetrio, llenando de humaredas el ambiente, socavando su salud, sin que poco o nada se haga para mitigar una contaminación de tan alto riesgo.