Si no fuera porque a la hija de 13 años de un amigo le pasó algo horroroso y que no quisiera que ninguna familia pasara por el momento triste, amargo, desesperante y de impotencia que nos embargo a todos, no me animaría a escribir sobre este tema, pero siento que seremos cómplices si callamos las canalladas que se cometen todos los días en las redes.
La niña estaba feliz con la computadora que su padre le regaló el día de su cumpleaños. Él pensó que con esa herramienta su hija iba a tener ventajas en el aprendizaje en la escuela, por la cantidad de información disponible para los estudiantes a través de los motores de búsquedas con los que la era tecnológica nos facilita el conocimiento.
Su padre, confiado en que todo iba a salir bien, le entrega la laptop a su hija, pero no se percató del uso adicional que ella le iba a dar a la misma. Creyó que no habría peligro alguno y le complació lo bien que su hija “sabía navegar por la internet”. Esa fue siempre la creencia de todos: saber “navegar por Internet”, sin pensar que en ese mundo, como en el mar, aparecen tiburones, ballenas y hasta monstruos marinos de los cuales debemos cuidarnos cuando entramos en aguas profundas.
Así como tenemos que protegernos en el mar, debemos hacerlo con la “navegación en las redes”. Los delincuentes cibernéticos no solo son capaces de matar, robar identidad, acosar, violar y todo tipo de engaños; nos vigilan.
La niña de la que hablo tenía “amigos”, entre ellos uno especial que la sedujo, y tras días de conversación la convenció de que debían verse. Ella salió de su casa para encontrarse con su “amigo”, quien andaba junto a tres personas más. Todos la violaron.
La semana pasada, en Inglaterra, una joven de 16 años había concertado una cita con un “amigo” y a las dos horas de haber salido de su casa apareció muerta. Esta misma semana la BBC da cuenta de empresarias que han sido estafadas a través de la cibercitas y han tenido que declarar la quiebra de sus empresas.
La Internet, que ya no es solo el instrumento con el que iniciamos la comunicación en la era digital, ha pasado a un tercer plano; sirve para “las cosas”, aunque sus beneficios y males están ahí y es el camino por donde comenzamos a conocer las redes sociales, las cuales han acaparado la atención de todos, y en una aparente comunicación “privada”, el usuario tiene para elegir desde Facebook, Tweeter, Whatsapp, Instagram, Google y Youtube, que son las más conocidas.
Pero crecen como la espuma, ahora tenemos nuevas: Tuenti, Medium, Diáspora, Tinder, Snapchat, y Weechat. Por esta razón, este viernes de 4:00 a 6:00 p.m. hablaremos de ello en la Biblioteca Nacional. Los padres deben conocer a los “amigos virtuales” de sus hijos.