Por Julio Ravelo Astacio
El dolor tiene una significativa repercusión en los estados anímicos y las emociones.
Cada persona tiene una particular sensibilidad al dolor. Algunos toleran con una resignación casi mística esta manifestación, mientras otros, solo con mencionar la posibilidad de someterse a una situación en la cual el dolor aparezca gritan y se quejan de manera desesperada. Es que cada persona tiene un umbral doloroso distinto. Pero lo que no podemos negar, es la limitación que el mismo puede producir en el desarrollo de la vida cotidiana.
El 12 de octubre fue proclamado por la “Arthritis Rheumatism International” como el “Día Mundial de la Artritis Reumatoide” y desde el año 1996, se aprovecha el mismo para educar y promover una mejor calidad de vida y tratamiento para aquellos que la padecen.
Conociendo del sufrimiento que esta enfermedad produce en millones de personas, ya que, aproximadamente el 1% de la población a nivel mundial la padecen, y valorando así mismo los efectos emocionales y afectivos que la misma conlleva, hemos decidido escoger este espacio para, en solidaridad con los colegas reumatólogos, destacar su trascendencia y repercusiones.
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Se le define como una enfermedad sistémica, autoinmune y crónica que afecta las articulaciones y otros órganos (Kinnanah Yasean-2022). Tiene una predisposición genética, mayor incidencia en la población blanca, y entre sus factores de riesgo tenemos el tabaquismo y la obesidad.
En la mayoría de las veces la Artritis Reumatoide afecta las articulaciones en ambos lados del cuerpo (simétrica): los dedos de las manos, las muñecas, pies, tobillos, codos, hombros y rodillas. Son los que con mayor frecuencia resultan afectados. Su inicio es lento y se expresa con síntomas articulares: dolor, hinchazón, rigidez. Las articulaciones se pueden sentir calientes, sensibles y rígidas cuando no se utilizan durante una hora. El dolor articular con frecuencia se siente en la misma articulación a ambos lados del cuerpo y con frecuencia las mismas están inflamadas. Con el paso del tiempo pueden perder su capacidad de movimiento y deformarse.
Se pueden agregar otras manifestaciones: dolor torácico al respirar, resequedad en ojos y boca, nódulos bajo la piel, entumecimiento, hormigueo o ardor en manos y pies, trastornos del sueño.
Cuando la enfermedad avanza, dado el grado de discapacidad que provoca puede limitar actividades cotidianas como el aseo personal, abotonarse la camisa o ponerse el brazier, incluso disminuir la productividad laboral. Ni hablar de la calidad de vida de quien la sufre, ya que, su capacidad motora que permite el estar de pie y movilizarse se ve sensiblemente afectada.
¿Cómo se afecta en lo psicológico? Los trastornos de salud mental se asocian a manifestaciones como: dolor, discapacidad y deterioro de la calidad de vida. Se puede apreciar un aumento de la angustia, disminución de la calidad del sueño y una sensibilidad pasiva frente al dolor.
Se ha considerado que varios mecanismos de esta enfermedad y la salud mental se influyen mutuamente, lo cual resulta comprensible tanto desde el punto de vista bioquímico como del sufrimiento y el dolor que la misma provoca, llevando muchas veces al paciente a pensar que es una situación personal catastrófica de la que nunca podrá escapar.
La fatiga se considera afecta el 80% de las personas. Todo lo que dificulta por largo tiempo nuestra existencia termina disminuyendo nuestras capacidades y energías. La depresión suele estar presente en una buena parte de estos pacientes y ella unida a las molestias dolorosas, el edema, las limitaciones físicas que dificultan y trastornan la calidad de vida y la respuesta terapéutica.
Una parte importante de estos pacientes va a requerir apoyo en el equipo de Salud Mental. Sugerimos a los colegas Reumatólogos valorar este aspecto y mediante mecanismos conocidos evaluar y referir, si el caso lo amerita, para el manejo combinado de esta enfermedad.
Insistir en los chequeos periódicos, buena adhesión al tratamiento, procurar apoyo emocional, alimentación balanceada, practicar ejercicios con moderación, sin olvidar apoyo familiar. Y adiós a todos los “ismos” incluyendo, diría la Doña: “Mi Reumatismo”.
Permítanme, en esta ocasión felicitar a la Directiva de la Sociedad Dominicana de Reumatología, por la dedicación y el esfuerzo tenaz que viene realizando en favor de sus asociados y de todos sus pacientes