Conociendo la dispraxia

Conociendo la dispraxia

En ocasiones, padres y educadores observan como algunos niños presentan cierta torpeza y lentitud a la hora de ejecutar movimientos coordinados: hablar, recortar con unas tijeras, abotonarse, levantar un dedo, etc. A veces no se les presta atención porque se piensa que con la edad se corregirán y, en la mayoría de los casos, es cierto pero también es verdad que en otros se trata de niños que sufren “dispraxia”.

¿QUÉ ES LA DISPRAXIA?

Son muchas las actividades que realizamos de manera inconsciente: hablar por teléfono, abrir una puerta, lavarnos las manos, cepillarnos los dientes, hablar, expresar, comunicar, etc. Las personas con problemas de dispraxia tienen muchas dificultades para llevarlas a término.

Se trata de una dificultad o incapacidad a la hora de terminar movimientos que exigen cierta coordinación. Por ejemplo, algunas personas tienen dificultades a la hora de atarse los cordones.

En el caso de las personas que tienen dispraxia verbal tienen afectada el área del habla. Es muy importante saber que quien sufre este problema lo entiende todo, que su problema únicamente está a la hora de expresarse. Sabe lo que quiere decir pero se enreda y esto le produce una gran frustración.

Pueden presentarse conjuntamente con otros trastornos del desarrollo, como trastornos del aprendizaje, trastornos del habla, hiperactividad, etc.

CAUSAS

Parece que no hay unas causas que estén totalmente establecidas, aunque la mayoría de las investigaciones apuntan a una inmadurez en el desarrollo de las neuronas.

¿QUÉ HACER?

Es importante una identificación precoz del problema, porque cuanto antes se identifique antes se podrá intervenir para minimizar los síntomas.

Es importante que los padres adquieran la formación necesaria para comprender y ayudar a un hijo con este tipo de problemas. Son los primeros responsables a la hora de estimularlos y enseñarles habilidades.

También, hay expertos que indican que puede ser debido a una lesión cerebral.

También se ha podido comprobar la influencia que han podido ejercer algunos padres, familiares y educadores a la hora de agravar el problema.

Muchas veces, por desconocimiento, los padres que tienen hijos con este problema piensan que su hijo no comprende lo que se le dice y por ello tienden a hablar menos con él o ella y les explican o preguntan menos cosas. Esto hace que al niño se le esté privando de estímulos que podrían estar contribuyendo a su desarrollo y mejoría.

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