Conocimiento de chofer

Conocimiento de chofer

Leyendo “cosas” encontré un entretenido e instructivo artículo titulado como éste, al parecer de la vida real, se trata de nada menos que Max Planck, Premio Nobel de Física de 1918. Resulta que el profesor Planck luego de ganar el Nobel, recorrió Alemania dictando una serie de conferencias sobre la nueva Mecánica Cuántica. En cada ciudad que visitaba decía lo mismo y presentaba los mismos datos. Así las cosas, llegó un momento que su avispado chofer se aprendió la conferencia de memoria. A un punto tal que le propuso al sabio dar su conferencia en la siguiente ciudad. Sorprendido el profesor Planck quiso probar a su conductor y una noche antes de una conferencia pautada hicieron un ensayo, el chofer pasó la prueba y al día siguiente dio la conferencia con el profesor Planck sentado en primera fila vestido con el atuendo del subalterno.

La conferencia resultó ser un éxito, dada sin ninguna falla. Al término, uno de los asistentes, también profesor, pidió hacerle una pregunta; cuando la hizo el listo chofer contestó algo en este tenor: “Me extraña que usted me haga una pregunta que hasta mi chofer puede contestarla”. Y pasó la palabra al profesor Planck.

La anécdota contada por Charlie Munger, uno de los mejores inversionistas mundiales, socio de Warren Buffett, es interesante no sólo desde el punto de vista anecdótico, sino para señalar que hay dos tipos de conocimientos: Primero, el conocimiento real que vemos en personas que han dedicado un gran tiempo para entender un tópico. Segundo, el conocimiento de chofer, personas que han aprendido a poner un “show”. Quizá tienen una bella voz, buena presencia pero el conocimiento que poseen es prestado, no profundo. Dicen palabras elocuentes como leídas de un libreto.

El artículo de Rolf Dobelli: “El Arte de Pensar Claro”, señala que la misma superficialidad está presente en negocios, mientras más grande la compañía más se exige del Jefe Ejecutivo poseer la “cualidad de Estrella”. Dedicación, solemnidad, confiabilidad se menosprecian, al menos en el tope.

Según Munger: “Uno debe mantenerse dentro de su círculo de competencia. Usted debe saber lo que comprende y lo que no comprende.  No es tan importante cuan grande sea el círculo. Sin embargo es terriblemente importante saber dónde está el perímetro. Usted tiene que darse cuenta cuales son sus aptitudes. Si juega donde otras personas tienen aptitudes y usted no, va a perder. Eso es lo más cercano estudiaba; se necesitaba un profesor para dar geología, materia nueva en el pensum a cierto que se puede predecir”. Esto me recuerda una anécdota que se contaba cuando universitario, esto llegó al oído de un profesor que no sabía un pito de esa ciencia pero solicitó la cátedra diciendo: ¿Esa no es la materia que trata de tierra? A falta de otro intrépido enseñó “geología”, no Geología.

En nuestro país, el “conocimiento de chofer” es un jolgorio generalizado. Lamentablemente solo en la “Era de Trujillo” los funcionarios del tren gubernamental, tanto locales como a nivel internacional, estaban bien calificados para sus cargos. A partir de ahí, con distinguidas excepciones, hemos visto una fiesta de personajes privados y públicos que con el paso de los años les ha sucedido como al vino mal tapado que se daña y cada año resulta peor o más temerario que el anterior. La pregunta que salta a la vista es: ¿Puede un país desarrollarse con conocimiento de chofer? Pues a diferencia de lo que sentencia Munger, aquí el que tiene menos actitud no pierde.

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