En la lucha contra el coronavirus, hay miles de héroes anónimos mediáticamente, solo familiares de los enfermos en una unidad Covid los conocen y saben el valor que representa en el transcurso de la pandemia en el país.
En el hospital docente Dr. Francisco Moscoso Puello, ubicado en la avenida Nicolás de Ovando, en Santo Domingo, trabaja una heroína.
Ella es Clara Altagracia Moreta Gálvez. Una joven madre de 22 años que se desempeña como “atención al usuario” en el referido hospital desde hace tres años.
Antes de la llegada del coronavirus en el país, se dedicaba a registrar las citas de los pacientes. Sus funciones cambiaron desde marzo de 2020, cuenta su historia al periódico Hoy.
En marzo de 2020, en el Moscoso Puello no había una unidad covid. Tras desatarse la circulación local y comunitaria del virus, los personas con síntomas similares a la nueva enfermedad abarrotaban la emergencia. Ante esa situación, por instrucciones del ministro de Salud para ese entonces, Rafael Sánchez Cárdenas, los hospitales debían implementar el sistema de triaje, donde segregaban a los pacientes con sospecha de covid de quienes visitaban el centro asistencial por otras afecciones.
Durante ese proceso, Clara Altagracia se contagió de coronavirus. Llevó el aislamiento domiciliario y relata que temía por su vida, la salud de sus padres y el futuro de su hija.
Mientras la joven madre, por las pocas informaciones que se tenía de la enfermedad, lloraba porque pensaba que moriría y dejaría a su hija huérfana, tenía que soportar el rechazo de sus vecinos.
“Cuando el barrio se enteró que tenía covid fue un rechazo total. Lo entiendo porque tenían miedo de contagiarse, pero me trataron de una manera desagradable”, deploró.
“Tuve miedo, pero luego entendí que era algo que tenía que pasar y que no era el fin del mundo”, dijo la joven con optimismo.
Luego de vencer la enfermedad volvió a su trabajo, donde por decisiones administrativas le tocó trabajar en la unidad covid, convirtiéndose en el enlace de los pacientes ingresados por esa enfermedad y sus familiares.
Debido a la alta transmisibilidad del virus, están prohibidas las visitas de familiares a los enfermos. Esta ha sido la norma más dura para la humanidad, donde cientos de familias perdieron a sus seres queridos sin poder estar con ellos los últimos días de su vida.
Ante esta situación, la labor del personal de atención fue muy ponderada durante los meses más duros de la pandemia.
“Soy el enlace de los familiares del enfermo que están afuera, del médico que está adentro porque no pueden comunicarse con sus pacientes, recibo las cosas que le llevan sábanas, comida, analítica, todo esto para evitar que se contaminan. Mi relación con el paciente es llevarle lo que necesita”, explicó.
Durante todo este año, en el que el sistema sanitario ha hecho hasta lo impensable para cubrir la demanda de tantos enfermos por la misma condición, lo más doloroso para Clara Altagracia ha sido ver cómo familiares pierden a sus seres queridos: “uno como ser humano se sensibiliza y más yo que soy muy llorona”, expresó.
“Recuerdo a un muchacho que se llama Amauris, él tenía 21 años y desde los nueve lo dializaban, él estaba en intensivo, entubado, con él no había solución. Le dieron de alta y al siguiente día murió. Entiendo que el quería despedirse de sus familiares. le cogí mucho cariño”, relató la joven empleada como la anécdota más dolorosa que aguarda en su memoria en sus tres años de labor en el Moscoso Puello.
Hospital Moscoso Puello
El pasado 19 de julio de 2020 fue habilitada la unidad covid del Hospital Moscoso Puello en el que sería el área de Salud Mental.
En el edificio de tres niveles hay 40 camas: siete para las emergencias, 23 para internamiento y 10 para la sala de Unidad de Cuidados Intensivos (UCI).
174 personas trabajan con los enfermos infectados por coronavirus, entre los que destacan 56 médicos especialistas y 61 enfermeras.
Los últimos reportes del hospital destaca, que a la fecha del 1 de febrero de 2020, 1,764 pacientes covid fueron asistidos y 754 fueron dados de alta.