Conozca al nuevo «enemigo» de Dilma Rousseff

Conozca al nuevo «enemigo» de Dilma Rousseff

Río de Janeiro. Cuando Dilma Rousseff recibió en diciembre el primer golpe del impeachment, Michel Temer se destapó con una carta de despecho donde denunciaba ser un «vicepresidente decorativo»: después de tres décadas en la sala de máquinas del poder brasileño, este glacial abogado ya no quiere las sombras, quiere gobernar Brasil.

La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, arranca este miércoles una carrera contrarreloj contra su nuevo enemigo, Temer,  para reconstruir una nueva coalición en el Congreso que impida su destitución, mientras el PMDB, su mayor aliado ahora convertido en rival, busca minarle el terreno.

Temer se hará con los mandos hasta 2018 si Rousseff no sobrevive al juicio político que se gesta en un Parlamento en rebeldía. Especialmente después de que él mismo haya gestionado el desembarque de su decisivo partido de un gobierno al que llegó como número dos y del que se convirtió en verdugo.
En la última exhibición de su calculada prudencia, Temer no participó de la reunión en la que el poderoso PMDB (Partido del Movimiento Democrático Brasileño, centro), el partido que dirige desde 2001, anunció entre vítores su abandono a Rousseff. Una vez más, este estratega de andar erguido y aire distante prefirió observar desde las bambalinas, pero consciente de que ahora los focos le buscan a él.
¿Quién es Temer? A los 75 años, Temer lleva meses coqueteando con un protagonismo que siempre le huyó. Pero tras sobrevivir casi 30 años en los envenenados pasillos de Brasilia, supo dosificar las señales de que su matrimonio de conveniencia con Rousseff ya no le convenía.

Michelle Temer

Michel Temer, vicepresidente de Brasil y ahora verdugo de Dilma Rousseff.

Visto por los mercados como el torniquete que puede frenar la hemorragia económica en Brasil, presentó en octubre un documento donde criticaba los «excesos» del gobierno que vicepresidía y trazaba las líneas liberales para la recuperación del país… o para su futuro mandato.
Semanas después, sin embargo, trató de frenar la euforia de sus compañeros de partido, que le recibieron en un acto al grito de «¡Temer presidente!». «Por el momento, no. Gracias. Vamos a esperar a 2018. Vamos a montar un candidato, un gran nombre del PMDB. Yo estoy cerrando mi carrera», afirmó. Pero el terremoto político que lleva meses sacudiendo a Brasil no ha dejado a nadie donde estaba, o donde decía estar.

La ruptura de los partidos. El centrista Partido Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) del vicepresidente Michel Temer, primero en la línea de sucesión si cae Rousseff, oficializó el martes la ruptura de la alianza con el Partido de los Trabajadores (PT) y su apoyo abierto al proceso de destitución.

«Algunos ya dicen internamente que se trata de una nueva fase del Gobierno, en que sale un aliado de vieja data y se mantienen otros aliados», dijo a periodistas el jefe del gabinete personal de la mandataria, Jaques Wagner.

Rousseff canceló el viaje que tenía previsto esta semana a Washington -donde participaría de una cumbre sobre seguridad nuclear- y se enclaustrará en el palacio presidencial de Planalto para negociar los cargos que quedarán vacantes.

Pero el PMDB, en alianza con el opositor socialdemócrata PSDB, arrancan en paralelo a ofrecer ministerios y puestos en un eventual gobierno de Temer.

«Al salir el PMDB quedarán disponibles siete ministerios para negociar la base del gobierno, sólo que el problema es que el PMDB y el PSDB también están en esa negociación», explicó a la AFP Michael Mohallen, doctor en derecho público y derechos humanos y profesor de la universidad privada FGV en Rio de Janeiro.

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