Numerosos estudios aseguran que seguir una dieta mediterránea puede reducir en más de un 40 % las posibilidades de padecer Alzheimer o alguna enfermedad del corazón.

Bebidas como vino, cava o cerveza forman históricamente parte de esta dieta y ya desde hace más de un siglo se ha venido observando que en los países de la cuenca mediterránea en los que se ingieren muchas grasas, pero se bebe mucho vino o espumosos, se producen menos infartos de miocardio.

Desde los años 90, además, hay estudios científicos que explican el porqué son tan beneficiosas esas bebidas, pero no fue sino hasta 2004 cuando una veintena de nutricionistas incluyeron las bebidas de baja graduación dentro de las recomendaciones sobre hábitos saludables en España.

Introdujeron estas bebidas por primera vez en lo que se llama la pirámide alimentaria, una gráfica que resulta clave para comprender de un vistazo la importancia de los distintos tipos de alimentos dentro la dieta mediterránea.

Esta decisión no ha sido del gusto de todos los expertos en salud, por ejemplo, la Asociación Española de Dietistas-Nutricionistas considera que el consumo de alcohol, sea como sea, no es recomendable.