Para nadie es un secreto que las damas son preferidas cuando de vacantes laborales que requieran alta concentración y tiempo se traten, ya que es intrínseco de su naturaleza empeñarse en lograr las metas, sin importar los sacrificios personales que deba hacer; es decir aunque esto le represente menos horas de sueño, por llevar a casa ese proyecto complejo que debe estar listo al otro día y que las casi 12 horas diarias de trabajo no alcanzaron para concluir, todo esto amén de las responsabilidades de pareja y las absorbentes necesidades de los niños, donde solo mami es la que puede ayudarme.
Por ello, es importante que se pongan límites respecto a los distintos roles de la mujer, de manera que una entrega exagerada no llegue a convertirse en una adicción al trabajo, que luego empiece a pasar factura, no solo a la parte laboral misma (ya que si cumple perfectamente en tiempo récords, podrá interpretarse que pueden añadírsele nuevas responsabilidades) y a las personales, por que culturalmente no importa cuánto trabajo realice la mujer, el hombre siempre es el pobrecito que trabaja tanto y el que necesita que lo atiendan.
La adicción al trabajo puede provocar síntomas muy similares a los de una adicción común, es decir: ansiedad, estrés, desórdenes alimenticios, caída del cabello, uñas quebradizas, taquicardias, calambres frecuentes, jaquecas y tensión ocular, inclusive se ha reportado que también pueden reflejarse a consecuencia de este exceso laboral tics nerviosos, mordisqueo nervioso de las comisuras de los labios y la cutícula de las uñas. Si cree que algunos de estos síntomas le ocurren a usted, tome nota, baje el ritmo y empiece a cuidarse.
El dato
Lo que debe hacer
Si se identifica con algunos de estos síntomas, contrólese, si siente que no puede por sí misma busque el apoyo de su familia y de un psicólogo que le ayude a organizar su terrible agenda.