El libro de Proverbios dice que con toda diligencia se debe guardar el  corazón (4:23). El texto indica que el corazón debe ser tan protegido como cualquier otra de las cosas de gran interés en la vida del hombre.

En el Medio Oriente se colocaban vigías en los estanques y fuentes de aguas para conservar celosamente el preciado líquido.

El corazón es empleado como una figura que describe el lugar o asiento donde se encuentran las emociones humanas.

Juan Wesley afirmó que esto se refiere a nuestros pensamientos, deseos y afectos, desde donde provienen todas las acciones, tanto naturales como espirituales.

Jamieson dice que es el depósito de toda sabiduría y la fuente de todo lo que afecta nuestra vida emocional y nuestro carácter.

El corazón puede ser emocionalmente herido. Y cuando esto ocurre, las consecuencias son difíciles. No sólo para quien lo sufre, sino para todo su entorno.

Jhon Gill sostiene que debemos evitar que la mente sea víctima de la vanidad, del error, de la perversión, del sentimiento de culpa y de la manipulación maligna.

Al texto indicar  que se guarde con diligencia, está planteando que es algo a tomar muy en serio. Son muchos los males y antivalores que desean deslizarse de manera muy sutil dentro del corazón para dañarlo.

Ante la sutileza del mal, hay que armarse de  los recursos posibles para colocar vallado a su alrededor.

Las personas con un corazón emocionalmente herido se tornan terriblemente violentas. Se convierten en los resentidos sociales que andan por la vida infligiendo todo tipo de mal. Dondequiera que estén, en la empresa, en el club, en la familia, en  la iglesia o en los medios de comunicación, su accionar será siempre lleno de maldad, de odio y de deseo de destruir.