Konrad Adenauer, primer canciller alemán democráticamente elegido después del nazismo y uno de los padres de Europa contemporánea, Luis Herrera Campín, expresidente venezolano 1979-1984 respectivamente; emitieron consejos útiles para bien gobernar. El primero públicamente y el segundo privadamente a socialcristianos que asumimos responsabilidades en gobierno reformista emanado de elecciones 1986.
Adenauer sostenía: “En política lo importante no es tener la razón sino que se la den a uno”. Por ello políticos contemporáneos han pretendido manejar percepciones para que gobernados reconozcan razones de gobernantes mediante técnicas procuradoras de aprobación, apoyo y endoso a sus gestos, discursos y acciones.
Herrera Campins, segundo presidente socialcristiano de Venezuela, dominicanista: En acto de recibimiento en una de sus visitas al país nos recordó que “Duarte como Bolívar murió en cama ajena”. Su campechanía no constituyó óbice para que fuera reconocido como “presidente cultural” al apoyar cultura venezolana. En desayuno con socialcristianos que participamos en aquel gobierno reformista, aconsejó dejar perfilado nuestro accionar desde el inicio de nuestras gestiones: “lo que vayan a hacer, páutenlo desde ahora”.
Esta advertencia de Herrera Campín nos lleva a valorar procederes gubernamentales desde sus inicios al interpretarlos como pautas de su período completo, ponderando si como consecuencia de ellos se podría cumplir la admonición de Adenauer sobre ciudadanos dándole razón al gobierno o éste regodeándose en sus propias razones.
Aplicando estos consejos al presente dominicano surgen inquietudes sobre descuidos, énfasis desproporcionado e indelicadezas determinantes de imágenes gubernamentales.
Partiendo de la remoción del tren administrativo, de personas, manteniendo estructuras intactas, desalentando posibilidades de reducción burocrática; nombramientos “por decreto” excesivos, enervando bases partidarias. Poco ceñimiento a leyes en designaciones, disipando institucionalización. Nombramientos susceptibles de designaciones más significativas han despertado, injustificadamente, reacciones desproporcionadas sobre migración.
Incumbentes palaciegos simbolizan inclinación a determinadas políticas género, revoloteando avispas innecesariamente cuando debieron inscribirse en moderación y equilibrio que aconsejan maestros de la prudencia como Gracián y Maquiavelo.
Se reclama confinamiento barrial para detener coronavirus mientras abren puertas turísticas de par en par, incluyendo facilidades financieras consumistas similares a producción agropecuaria.
Se apuesta desmedidamente a alianzas público-privada cuando la reciente ley y su reglamento contiene complicadísimas disposiciones que pueden abortarla; sobreseyéndose evaluar contratos y experiencias similares vigentes.
Aumentan temores que luchas contra corrupción/ impunidad caigan en retórica al reforzarse, con la posición de la PGR, carácter difuso del emblemático caso ODEBRECHT.
Ante de 100 días dados a gobiernos para superar crisis como la encarada por su pionero, Roosevelt durante la gran depresión de los años 30, y antes que comiencen encuestas a medir si la ciudadanía está dándole razón al gobierno; convendría cuidar formas, coherencias, pertinencias y prioridades hasta ahora pautadas