Cuando decidimos que ya es hora de refrescar el look del hogar, no hay manera más fácil, rápida y económica de hacer un cambio significativo en un espacio, que pintando los muros de un color diferente.

“Ahora bien, hacer el cambio y sentirnos complacidos con los resultados puede ser todo un reto, porque muchas veces cometemos errores desde el proceso de selección, hasta la ejecución misma”, explica la arquitecta y diseñadora de interiores Gloria Kloter.

La experta en diseño residencial, comercial y corporativo, quien es miembro del Colegio Dominicano de Ingenieros, Arquitectos y Agrimensores (CODIA), del Instituto Americano de Arquitectos (AIA, siglas en inglés) y de la Asociación Nacional de Cocina y Baño (NKBA, siglas en inglés), ofrece algunos consejos puntuales que conviene tomar en cuenta a la hora de pintar, para evitar contratiempos y hacer de este proceso algo simple y placentero.

Analiza tu espacio. Factores como el tamaño, altura de techo, cantidad de iluminación, entre otros, son determinantes a la hora de elegir el color a usar.

“Toma en cuenta que los colores oscuros pueden hacer ver un espacio más pequeño, y si el espacio necesita ayuda en cuanto a la iluminación, mientras más colores claros, mejor, puesto que la luz cae sobre los objetos y refleja el color de los mismos en el resto del espacio, “tiñendo” los elementos existentes”.

De igual manera “en espacios amplios e iluminados a veces es conveniente utilizar colores más ricos, que puedan ayudar a crear puntos de interés. Empieza por hacer una lista de las “necesidades” de cada espacio (luz, amplitud, punto focal, etc.), y esto te ayudará a determinar el camino a seguir”.

El concepto. Determinar la función que va a tener cada espacio es una forma de iniciar la elección del concepto a utilizar.

“No es lo mismo elegir colores para un espacio en donde se va a descansar, que un espacio en que se va a trabajar. En el primero se necesitan colores que evoquen paz y tranquilidad, en el segundo se necesitan colores que exciten la vista y que por ende ayuden a mantener el cerebro activo y enérgico. Educarnos con respecto a la psicología del color, la dinámica del color, los diferentes tipos de contraste y entender la diferencia entre colores cálidos y fríos sería el siguiente paso”, señala Kloter.

Elegir los colores. Gloria indica que las diferentes manufacturas ofrecen un sinnúmero de colores a elegir, y decidirse por uno puede ser abrumador. “Toma en cuenta que el cerebro no tiene memoria fotográfica cuando se trata del color. Si ves un color que te gusta en cualquier elemento (ya sea un papel, tela, etc), llévalo contigo a la tienda y compara los colores uno al lado del otro, para que no te lleves una sorpresa en casa al ver que el color que creías ser “igualito” al que te gustaba, resultó ser muy diferente al colocarlos uno a lado del otro”, aconseja.

Haz pruebas. “Antes de tomar una decisión precipitada, asegúrate de hacer pruebas. Compra varias latas pequeñas con diferentes tonos (al menos dos) del color o colores que estás considerando, y pinta pruebas de color en cada muro de la casa que estés pensando cambiar, incluyendo los exteriores”, indica la decoradora.

Es oportuno recordar que la diferencia de luz en los espacios hace que los colores se perciban de manera diferente entre un espacio y otro. Es por eso que un mismo color puede cambiar drásticamente según la iluminación que tenga, y según el color que se encuentre a su lado por el contraste simultáneo entre ambos.

“Otro dato es que las muestras de color en el papel siempre se verán diferente de cómo se verán finalmente en el muro, además de que los colores se ven más claros en las tiendas que en tu casa, porque la iluminación tiende a ser mucho más fuerte y directa que la que una persona tendría en su hogar”, asegura.

Contrata a un profesional. La arquitecta dice que no hay nada peor que un hermoso color en un muro mal pintado. La limpieza y precisión de la terminación en interiores traza una línea muy delgada pero muy definida en cuanto a la calidad de un proyecto.
Además se recomienda asegurarse de que las esquinas, aperturas de ventanas, las jambas en las puertas, el piso, las cornisas los techos, y cualquier otro elemento existente que pueda ser dañado en el proceso, sea debidamente protegido.