El polvo acumulado en las cortinas y alfombras de las casas tiene una connotación especial, ya que “al contrario de lo que pasa con el polen, donde la prevención es limitada, aquí está en nuestras manos evitar el aumento de casos”, señala José Antonio Castillo, miembro del área de trabajo sobre asma y rinitis  (SEPAR), de España.

Los ácaros, cuyo tamaño oscila entre 0,2 y 0,5 milímetros y por tanto son invisibles al ojo humano, se alimentan de hongos presentes en el polvo y de las escamas que se desprenden de la piel humana. Sólo en un gramo de polvo pueden vivir hasta 20.000 ácaros.

Para combatir la exposición a los ácaros, Castillo aconseja ventilar la casa a diario, usar colchones sintéticos -nunca de lana o plumas-, emplear fundas antiácaros, cambiar sábanas y mantas semanalmente, y evitar el uso de alfombras y mosquiteros.

Otras recomendaciones son mantener la casa a una temperatura no superior a los 18 o 19 grados –los ácaros proliferan a una temperatura de 24 grados -, evitar la humedad, así como los animales de pluma o con pelo.

Además, los expertos aconsejan que las personas que sufren asma causada por los ácaros pasen sus vacaciones en la montaña, ya que estos organismos son inexistentes por encima de los 1.800 metros, debido a la baja humedad ambiental.

Fuente. Consumer