Consenso vs. institucionalidad

Consenso vs. institucionalidad

RAMÓN ALBURQUERQUE
Aunque los resultados electorales de los últimos procesos redujeron la presencia del PRD en el Estado, los votos obtenidos reflejan su enorme fuerza electoral. Un millón de votantes merece estudios detenidos. Este voto leal se emitió al margen del dinero, con la peor organización electoral, bajo el agobiante recuerdo de la espantosa crisis bancaria del 2003, y con una masiva campaña negativa dirigida por el Gobierno.

Quienes aman al PRD tienen que recopilar sus aciertos, tanto en su papel político como en su rol de gobierno. Con este patrimonio de aportes podrán acallar aquellos que buscan destruirlo.

La expectativa de poder no es un señuelo para recomponer el PRD. Es evidente que la percepción del pueblo está cambiando a velocidad de rayo. Si no hay un cambio rápido, la imagen del presidente Leonel Fernández se esfumará como por encanto. La historia señala que cuando los pueblos son acorralados por los problemas, repudian los gobiernos, antes de perder la esperanza en su destino.

La población rechazará la dura situación imperante. Primero, el alto costo de la vida, el desempleo y los bajos salarios; la crisis eléctrica, la incapacidad para el control de la criminalidad, la delincuencia y la violencia, unidas a los escándalos por actos de corrupción que evidencian la participación de la cúpula del Gobierno. Segundo, el fracaso del sistema de la seguridad social, la baja inversión en educación y formación técnica, y la politización de la lucha contra la pobreza.

Estos elementos se combinan con la falsa estabilidad macroeconómica que se vuelve más vulnerable ante el déficit cuasi fiscal (cerca de 170 mil millones de pesos) y los altos precios del petróleo (más de 75 dólares estadounidenses).

El cuadro anterior es peor, porque nuestra sociedad no cuenta aún con un proyecto de nación y una agenda nacional de desarrollo.

El presidente Leonel Fernández y el PLD ofrecieron encarar con fuerza estos problemas, no obstante, todos se han agravado peligrosamente. Sólo las finanzas públicas mejoran producto de una política fiscalista.

Al ritmo que va el país es casi seguro que el presidente Leonel, el PLD y su gobierno, perderán las próximas elecciones.

El poder podría volver al PRD si tiene la inteligencia de retornar a su doctrina, ideología, se impone una fuerte disciplina, y respeta las decisiones de sus organismos.

El seminario de reflexión, crítica y autocrítica, programado para el 5 y 6 de agosto no es producto de un capricho. El mismo nació de largos y acalorados debates de distintas propuestas en el seno del Presidium. Dos mociones dominaron, una favorable al congreso- artículo 38 de los Estatutos Generales-, y otra defendió el seminario. Las votaciones resolvieron recomendar el seminario con una puntuación de 48 contra 5. Esta recomendación fue luego ratificada en la Comisión Política a unanimidad. Creo que hubo dos votos en contra.

No se trata pues, de actuaciones arbitrarias, sino de hermosos actos de ejercicios democráticos. Los dirigentes sabios y experimentados enriquecen los debates y discusiones. La búsqueda de consenso es una valiosa práctica que aplicamos a diario. Sin embargo, la regla de oro de la democracia en el voto.

El voto decidió la cuestión del seminario de reflexión, crítica y autocrítica. Ahora la disciplina manda respetar dicha resolución.

En cuanto a la fecha de la próxima convención para escoger una (o) candidata (o) presidencial se hizo con estricto apego a los Estatutos Generales.

Sobre este tema, el Presidium recibió varias propuestas, triunfando el 12 de noviembre del 2006. Esta fecha fue llevada a la Comisión Política (CP) donde se aprobó 134 contra 27. A su vez, la CP, convocó el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) a fin de que se pronunciara de manera definitiva. El máximo organismo de dirección, dictó la Resolución de oficializar dicha fecha, para el evento donde será escogido (a) nuestro (a) candidato (a) a las elecciones presidenciales del 2008.

Los dirigentes y militantes, como las autoridades de los partidos, no pueden pasarse el tiempo en discusiones interminables, estériles por demás, es preciso tomar decisiones firmes y pasar a la acción.

Las dudas, las indecisiones, son formas peligrosas que pueden destruir las posibilidades reales de alcanzar el poder a una organización. Los errores, que sin dudas, se han cometido, serán analizados y los culpables serán sancionados, porque los pueblos no perdonan que se les impida su paso a la prosperidad. Lo imperdonable, sería, autodestruirnos por una cuestión de fecha que las circunstancias resolverán.

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