Consideraciones acerca de lo real y lo aparente

Consideraciones acerca de lo real y lo aparente

Hay, en verdad, una estrecha conexión entre la condición real de las cosas y su apariencia. La vida nos condujo a esta relación. Los animales malignos tienen en su gran mayoría un aspecto feroz, intimidante o repugnante. El aspecto de la serpiente no invita a la caricia. El puerco espín no tiene apariencia de suavidad. La rosa parece delicada y lo es. La roca parece dura y lo es. La naturaleza es honesta. El humano no.

Si la naturaleza hubiese mostrado una distinta relación entre la verdad de las cosas y su apariencia, tendríamos una distinta conexión, pero no podemos restarle importancia a la positividad asentada con honda raíz dentro de los humanos, en ciertos tiempos y circunstancias. Bien intencionada, a veces. Por tanto debemos entender que en su momento el humanista Erasmo de Rotterdam (1467-1536), que defendía el libre albedrío oponiéndose a quienes acentuaban excesivamente la sumisión del albedrío humano a la voluntad divina, fuese capaz de decir que el vestido hace al hombre (“Vestis virum fecit”) reconociendo la importancia de la apariencia.

 Existieron y existen tiempos difíciles para la Iglesia católica. Los poderosos, emperadores, reyes y altos personajes de la “nobleza” y el alto clero se imponían no sólo con el abuso cruel de su fuerza represiva, sino con una diferenciación visual manifestada en lujosas vestiduras, impresionantes mitras, que se originan en la mitología persa con Mitra como un dios mayor del cual los iniciados en su culto se beneficiaban de la inmortalidad gracias al sacrificio de un toro. Así vemos báculos de costosos metales y factura que no tienen nada que ver con el pobre cayado, palo o bastón en que se apoyaban Jesús y sus discípulos durante sus largas caminatas por caminos desiguales y polvorientos.

¿Que se haya decidido conectar fechas del cristianismo con las de antiguas prácticas paganas para ganar adeptos? ¿Que los movieran (tal vez) buenas intenciones? Lo entiendo. Pero ya es hora de sinceridades y de servir a Cristo.

Yo creo en un Creador único y primario, no importa el nombre con que prefieran llamarlo. Creo en un Creador de todo esto. Nada se hace solo. Pero  existe un espectáculo de riqueza material en sus seguidores que me molesta.

 Cuando el mundo se  ahoga en especulación y los comerciantes pueden reducir enormemente el precio de los productos que venden y aún ganar, se pregunta uno ¿cómo es posible… cuál es el margen de ganancia?

Siempre habrá ricos y pobres – ya lo dijo Jesús – pero los gobiernos deben intervenir para autorizar los márgenes de beneficios de quienes arriesgan sus capitales en negocios que nunca representan una garantía de retorno redituable.

 Porque la apariencia importa, pero una cosa es lo real y otra lo aparente.

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