Consideran Santo Domingo una  ciudad hostil al turista

Consideran Santo Domingo una  ciudad hostil al turista

Ni sus propios habitantes pueden sentirse satisfechos con el aspecto y las condiciones, en sentido general, de la ciudad “Primada de América”, menos aún los visitantes extranjeros.

Un recorrido por la zona urbana más representativa de la Capital de la República deja un sabor amargo al observador.

Se resalta la falta de cuidado y preservación de importantes  monumentos y el deterioro de los espacios que deben utilizar vehículos y caminantes, a veces con graves peligros para la salud y la vida, como pudo palparse ayer en la céntrica calle Isabel La Católica que en uno de sus tramos tenía      los cables de los tendidos eléctrico y telefónico muy cerca del suelo.

El monumento a Fray Antón de Montesinos, que ha estado en permanente olvido de las autoridades edilicias, pregona, a los cuatro vientos, que Santo Domingo es una ciudad descuidada.

Juan m. Ramirez
j.ramirez@hoy.com.do

El descuido de las autoridades para garantizar la seguridad ciudadana, arrabalización, desechos sólidos lanzados por ciudadanos y abandono de monumentos de alto valor histórico,  quitan atractivo turístico a la ciudad de Santo Domingo, cuna de la civilización del Nuevo Mundo.

Avenidas de vital importancia para la actividad turística como la Francisco Alberto Caamaño, conocida popularmente como Avenida del Puerto, y la George Washington, mejor identificada como de El Malecón, no ofrecen las mejores condiciones para esa actividad.

Camiones de todos los tamaños y con todos tipos de cargas utilizan esas avenidas como principales vías para dirigirse hacia el Este y hacia el Sur, pues en Santo Domingo no existen calles y carreteras exclusivas para estos tipos de aparatos, como en otras naciones.

Por eso es frecuente observar grandes furgones, colas de patanas, junto a autobuses con turistas y carros transitar por las mismas vías.

Es que el propio diseño del Puerto de Santo Domingo no deja otra opción, pues junto funcionan las áreas para carga y la de pasajeros, por lo que es frecuente que se junten en la zona grandes cruceros y cargueros hasta con derivados de petróleo.

Pero la falta de atracción turística no se detiene ahí. A pesar del privilegio de la ciudad del acceso al mar Caribe y dos de los principales ríos del país, el Ozama y el Isabela, Santo Domingo  no aprovecha esas ventajas.

Tanto el mar como los ríos mencionados están totalmente contaminados. El primero porque recibe los desechos de grandes empresas ubicadas a lo largo de la avenida del Malecón, y los otros han sido convertidos en las principales cloacas donde  miles de familias depositan directamente la basura y hasta sus desechos fecales.

Pero además, monumentos históricos de gran valor lucen abandonados. El de Fray Antón de Montesinos,  por ejemplo, está lleno de agua en su interior, semidestruido, sin iluminación e inseguro.

Los alrededores del Parque Independencia, lugar donde se encuentra el Altar de la Patria, reflejan un ambiente desfavorable para ser visitado por turistas.  Incluso a pocos metros se instalan vendedores de frutas y hasta personas con anafes para frituras de todo tipo.

El atractivo del  Malecón de Santo Domingo, considerado el más popular centro de diversión de los capitalinos, en los actuales momentos está en proceso de remodelación por parte del Ayuntamiento del Distrito Nacional.

Los turistas que se alojan en los grandes hoteles de esa vía y otros en la Ciudad Colonial, no encuentran atractivos en el Malecón, ya que muchas de sus áreas están cerradas.

La inseguridad, en la Zona Colonial constituye uno de los mayores dolores de cabeza para los residentes del lugar, quienes temen salir de noche por temor  a ser asaltados, lo que disminuye el flujo turístico.

Zoom
Corrupción

 Nicolás Hidalgo señala que en lugares estratégicos como la Calle El Conde, Parque Independencia, Parque Colón y otras áreas se ha multiplicado la corrupción, como la droga, la homosexualidad, la brujería y otras manifestaciones.

 Zonas de peligro

Yesenia Martínez, quien vive en la calle José Gabriel García, define el érea como zona de peligro por la delincuencia.

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