Consigna doliente

Consigna doliente

Cada julio la evocación. Un peregrinar de esperanza primero, nostalgia después y ahora de tristeza y rabia. Una especie de acuerdo no escrito, un guiño para convocar a tantos que fueron jóvenes, cándidos, subversivos, solidarios. Era un rebuscar entre papeles, ver recortes de Barricada, de Ventana. Mezclar el 26 de julio de Ulises Heureaux con el asalto al cuartel Moncada. Santa Ana y sus milagros y de nuevo la memoria de arrojo entre volcanes y lagos. Obligación con nadie, pero cada 19 el grito de “Patria Libre o Morir” tenía eco. Año tras año, el 19 de julio desafiaba. Invitación obligada, aunque fugaz, a los de entonces que sin ser los mismos, volvíanal rincón de la ilusión para buscar el talismán perdido de la utopía.El 19 era fiesta, orgullo. La militancia emocional tenía una cita. Detalles más, detalles menos, cada aniversario la transformación molestaba. Desteñía el rojinegro, aquello se quebraba. Nadie quería admitirlo. 39 años después, quedan los símbolos con poco significado. Adónde las conquistas, los cadáveres. Adónde el sacrificio, la cárcel, el deber. El espectáculo en La Plaza de la Fe-Managua-, el jueves pasado, después de los muertos, asusta. Rezando y con el mazo dando,Rosario Murillo Zambrana como sacerdotisa oficiando. La poderosa mujer, cómplice de un marido violador, madre que jamás quiso escuchar el grito desesperado de su hija abusada, desde los 11 años, por el comandante.Evidente en la ceremonia el sincretismo que tan útil ha sido.La represión, Daniel, una orden y un resultado. 300 muertos y en el discurso de aniversario el clamor a Dios se mezcla con la imputación a los obispos.
Hoy, la evocación, es suplicio. Ni reescribir convence. Otro naufragio ideológico. El recuento puede molestar, sin embargo, procede: 20 años después de la entrada gloriosa a La Habana, de la llegada de Fidel a Santiago, del estruendo provocado por los titanes de Sierra Maestra. 20 años después del contagio libertario que anduvo por el mundo y mantenía alerta a EUA, para evitar otra Cuba, el Frente Sandinista de Liberación Nacional -FSLN- logró derrotar la dinastía Somoza, vigente en Nicaragua desde el 1934, representada por Tachito, el más cruel de la familia, como confesó, en una entrevista, su hermano Luis. Desde aquel 19 del 1979, hombres y mujeres, jóvenes y no tan jóvenes, provenientes de todos los lugares del planeta, convirtieron el país más grande de Centroamérica en santuario. La solidaridad ocupó ese espacio lacustre, volcánico, con aguaceros diluvianos y estremecimientos telúricos que desbordan lagos, desnudan raíces, sepultan ciudades y arrodillan al más guapo para pedir al santo patrón, la salvación. Luego de la clarinada rojinegra, las familias destruidas, las mujeres violadas, los mutilados, los indígenas, habitantes de regiones ignotas, recibían el auxilio y la entrega de personas dispuestas a realizar el sueño de Sandino y Fonseca. Poesías y canciones motivaban el empeño. Rutinas agotadoras, noches sin más lumbre que la chispa furtiva de un fogón lejano, no arredraban la voluntad de cambio. Nórdicos, caribeños, mediterráneos, legiones de mujeres que aspiraban la estatura de Mónica o Dora María, atravesaban montes, caminaban desde Masaya a Managua, sin temor, con la convicción de vivir la quimera de la igualdad y del mundo diferente que prometía la poéticarevolucionaria. Miedo imposible porque entonces la carabina del líder, disparaba auroras y no quería más sangre.
El entusiasmo contagiaba por doquier, empero, el desmadre acechaba desde el principio.Fue la piñata y la codicia, la lascivia y la impunidad, el engaño y la desidia.Quizás se gestaba el trastrueque de Sandinismo en Danielismo.Sergio Ramírez Mercado fue visionario. El antiguo vicepresidente sandinista advirtió y se convirtió en réprobo. La derrota electoral del FSLN- 1990- atizó la debacle, afirma Ramírez Mercado, en “Adiós Muchachos”- Memoria de la Revolución- y trajo consigo el derrumbe de los principios éticos que cimentaban la revolución. 39 años después, una consigna doliente compite con los eslóganes sandinistas, con los cánticos motivadores de la vanguardia. La multitud corea: “Daniel y Somoza son la misma cosa”.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas