Constituyente es ciudadanización

<p>Constituyente es ciudadanización</p>

 AMPARO CHANTADA
Son muy pocos, entre funcionarios y políticos (que es lo mismo aquí) los que realmente saben el significado de la democracia participativa. Por querer estar a la moda o a la vanguardia intelectual, se ven en la obligación de usar ese concepto, cuya definición literal puede ser sencilla, pero que su puesta en pr´Actica significa una ruptura radical con viejas pr´Acticas políticas de concentración de Poder, de soberbia y desprecio de la población y por asumirlas como buenas, pues no propician esa ruptura.

Es lo que pasa con la democracia participativa y la reforma a la Constitución. Fácil es hablar todos los días en los medios de participación y de democratización, más difícil es ponerlas en práctica. Lo mismo pasa con el concepto de ciudadanía; más fácil es dirigir un pueblo sin cultura y mucho más  difícil es emprender el camino de la real ciudadanización, la que implica, educación, consulta y decisión compartidas. En la puesta en práctica de esos dos conceptos, el Poder estáen juego, compartirlo  poco o mucho con los demás, implica empoderar la ciudadanía para discutir en  un espacio donde hasta el momento, la toma de decisión se hace desde arriba hacia  abajo, cuando de lo que se trata es de realizar exactamente la hazaña inversa: escuchar los de abajo para que los de arriba asuman las decisiones colectivas y consensuadas capaces de hacer entender que vale la pena participar.

En la reforma constitucional, la consulta popular, tal como se realizó, es insuficiente para hablar de participación. Sin embargo, a pesar del carácter íntimo y selectivo de la consulta, más del 63 % de los consultados aprobaron la Asamblea Constituyente. Porqué no hacerla ¿de qué se tiene miedo a no convocarla ? Por lo general, se utiliza el argumento de la eficacia y del tiempo. Se dice que es conveniente realizar tal cosa porque “ya se tiene una idea de qué hacer” con el viejo método tradicional utilizado, por lo tanto no vale la pena implementar dos procedimientos o inventar un nuevo.

También se argumenta  que la participación comunitaria o popular hace perder tiempo, que se puede economizar, ya que  se tiene “una idea de por dónde van las cosas”. En realidad, en los dos casos lo que subyace es la idea de superioridad de lo político en relación con lo popular, que una amplia participación de la ciudadanía a una consulta no es necesaria y de una sustitución de la voluntad popular por una supuesta representatividad del cargo. Como no se tiene confianza tampoco en la representatividad del nivel local, no se organizó la consulta a partir de ese espacio, que por ser el más pequeño espacio político, es realmente el que garantiza la participación más amplia de la ciudadanía, la difusión más sistemática de las posibilidades de cambio y de una adecuación más precisa de la Constitución a la realidad socio ambiental.  El proceso de consulta a ese nivel es el único capaz de “dar realmente ciudadanía”,  en  un proceso educativo capaz de formar en valores a una población nunca consultada en torno a un documento que debe representar a toda la sociedad dominicana, sin sectarismo, sin dogmatismo, en un ejercicio de tolerancia y de interpretación de la realidad social y política .

Como no se tiene claro o se le tiene miedo al proceso de ciudadanizacion de la población, no se conciben el debate, el sopesamiento de propuestas, la adopción de una en base a la refutación, a la argumentación, quizás por temor a que los políticos vean cuestionadas o rebasadas sus capacidades con la realización de foros y asambleas donde se debe llegar a la toma de decisión. Enseñar a ser ciudadanos, es una tarea que supone primero  estar convencido que los partidos no son los únicos espacios donde se debate la política  y que al contrario, por su composición, sus intereses internos, se van transformando en nudos de poder donde no se defiende los intereses de todos, sino los de un grupo. Pero además, enseñar a ser ciudadanos debería ser  la principal labor de los partidos con  la formación de mejores ciudadanos y partidarios. Parece que estamos lejos de esa práctica, pues vale recordar las dificultades encontradas por quien escribe, cuando implementó el único programa de participación comunitaria (Plan Decenal 1992-1997) donde realmente se le dio a las asociaciones de padres y madres y amigos de la escuela el espacio de poder que merecía cuando se las llamó a rescatar la educación pública. Fue tan amplio, abierto, el proceso de integración y de descentralización real, que todas las gestiones que han seguido se han empecinado en destruir lo que se había construido en esos años o hacer exactamente lo contrario, demostrando que los partidos políticos en R.D. no creen en la participación popular real y responsable. Por lo tanto, si no cambian su concepción de hacer política, por su sectarismo y su visión de corto plazo, no podrán ser  nunca los promotores de los cambios cualitativos hacia una democracia participativa. Hoy vemos cómo se tambalean a la hora de llamar a la Constituyente, quieren privilegiar el Congreso y la Asamblea Revisora, el poder de los técnicos sobre el poder y la sabiduría de la población. Se avanza la figura del Referéndum como si decir SI o NO fuera la panacea democrática para resolver un dilema. Sin una información de muy amplio espectro, sin una difusión  profunda de lo que se debe aprobar o reprobar, el referéndum es una arma para aprobar las peores cosas, que han utilizado los que precisamente en un momento determinado, no creyeron en la consulta popular y provocaron esa manera tan maniqueísta de decidir por un SI o un NO.

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