Construir la diferencia

Construir la diferencia

El mundo está agobiado de quienes les habitan hagan lo mismo, piensen lo mismo y actuar igual. Las comunidades están desesperanzadas de tener que soportar a los de ayer, a los de hoy y los que volverán a suicidar las utopías e ideales de sus ciudadanos.

Las familias lucen atrapadas de soportar proyecto de pareja a lo IKEA. Mientras los hijos rezan por tener padres light. Y las universidades están paridas de estudiantes tipos “carretillas” y profesores de luz corta que no son motivos de referencia para marcar una nueva identidad.

Parece que las personas se han puesto de acuerdo en parecer una sociedad de gentes predecibles, sin modelos de referencia y sin sistema de consecuencia. Todos consumimos, derrochamos y nos individualizamos, para terminar siendo indiferentes y desiguales del que tenemos al lado. 

La diferencia hay que asumirla con sabios propósitos y motivada en el logro; pero también, hay que elegir una causa, abrazar y defender un ideal y luchar con pasión para cambiar la historia. Fue el Presidente Harry Truman quien dijo: “Los hombres hacen la historia, no la historia al hombre” queriendo explicar que son las convicciones y las cualidades de quienes ocupan puestos directivos los que moldean los eventos, no la tecnología, ni el dinero, ni el estatus, ni la fama, ni el éxito.

Ser diferente es una sabia razón que cada quien debe asumir en cada espacio, en las instituciones, en cada familia, en cada oportunidad y en cada individuo. La vida fuera más saludable si tuviéramos padres diferentes, maestros diferentes, políticos diferentes, empresarios y trabajadores diferentes, y jóvenes diferentes.

Un hombre y una mujer diferente marca a más de una generación, imponen una nueva identidad; sella y legitima una nueva cultura de vivir y de practicar la vida. Diferente fue aquella mujer negra Rosa Parks, quien se negó a sentarse en la parte trasera del autobús de Montgomery, ante la exclusión y racismo que se vivía, y, estableció la diferencia.

Las personas diferentes confrontan, dado su espíritu de ser diferentes, basados en romper el acatamiento social, el conservadurismo, el conformismo y el pesimismo en que viven los que deciden llamarse: Los iguales.

Literalmente, parecemos un puñado de personas dispuestas a seguir viviendo la historia y no ser parte de ella. De qué sirve un joven profesional si no va ser diferente; de qué sirve una pareja que construye un sueño si no va ser diferente; o un hacedor de ideas y de sueños que no entierre el conformismo.

Las personas diferentes van hacia la tarea, crean propósitos, actúan diferentes, pero nunca se comportan como desiguales. Construir la diferencia es hacer una práctica que estimule a más personas en luchar y vivir para ser diferentes.

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