Construyamos la felicidad desde nuestro interior

Construyamos la felicidad desde nuestro interior

Comer, beber y reír. Eso, asumo, es lo único que aspiramos hacer en estos días (salvo si eres periodista, médico o algo así, en cuyo caso te acompaño en tus sentimientos porque a nosotros no nos quedará más que hacer lo de siempre: trabajar).

A pesar de disfrutar, sin embargo, hoy también es un buen día para detenernos un momento a pensar en lo que somos, lo que hacemos y lo que esperamos en lo adelante. Más allá de plantearnos metas y propósitos, que son muy buenos sólo si se cumplen, debemos reflexionar en torno a la forma en que vivimos. ¿Estamos aprovechando el tiempo o desperdiciándolo “buscando” la felicidad?

Sí, no me mires raro. Aunque parezca absurdo, nada es más inútil que ir detrás de la felicidad: ¿qué, fuera de nosotros mismos, nos puede hacer felices? Nada. Por eso hay quienes lo tienen todo y son completamente miserables; la única riqueza que hay que alcanzar es la interior.

Cuando somos ricos de espíritu necesitamos únicamente lo indispensable; valoramos más lo que tenemos y agradecemos todas las bendiciones que nos llegan, así como también las pruebas que nos obligan a ser más fuertes.

Hoy, en vísperas de Navidad, debemos hacernos el mejor de los regalos: aprender a renunciar a lo superfluo, a hacer de la tolerancia un estilo de vida, a disfrutar cada instante como si fuera el último y a ponerle color a la vida. Cuando aprendamos eso, de repente, seremos felices sin siquiera darnos cuenta cómo llegamos hasta ahí. Será entonces que descubriremos que aprendimos a vivir y a sacarle provecho a este breve espacio que se llama existencia.

 

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