En estos momentos, tras el paso de la devastadora tormenta Noel, nuestro país se encuentra viviendo un duelo colectivo. ¿Qué entendemos por duelo? El duelo es un proceso altamente complejo que se vive ante una pérdida. Entre las pérdidas se pueden incluir no solo las físicas de familiares o amigos, o las materiales (casa, comunidad ) sino también las simbólicas que son de naturaleza psicosocial (pérdida de estatus, del honor o prestigio ante una situación).
Toda pérdida abarca un período de privación; es decir una sensación de que se nos ha quitado algo que nos pertenece muy íntimamente.
Aun las personas que no están sufriendo pérdidas significativas reportan en estos momentos una sensación de agotamiento y tristeza por ser testigos de tantas pérdidas humanas y materiales. Las personas se muestran apáticas y con una gran desolación e inquietud. Esto puede durar varios días.
Los duelos encierran los sentimientos más primitivos e ignorados de los seres humanos; esconderlos no ayuda a resolverlos, y sí puede conducir a un trastorno emocional profundo. ¿Cómo podemos entender el proceso de un duelo?
Lo primero que tenemos que comprender es que no todas las personas van a vivir el duelo de la misma manera. Algunas personas están viviendo múltiples pérdidas; otras se sienten golpeadas ante el dolor de los demás y los daños materiales y la destrucción que existe en el país. Lo que debe quedar claro es que no hay un patrón único, cada individuo es un universo por lo que no hay fórmulas ni recetas para enfrentar el proceso.
Para una mejor comprensión del duelo, se ha descrito una serie de fases que se utilizan como lineamientos generales; y en cada una se van a sentir cambios físicos, psicológicos y conductuales. Muchas veces unas y otras se vivirán al mismo tiempo. La intensidad de estas va a depender de cada situación, del tipo de pérdida y de la personalidad del doliente.
Shock (confusión, inquietud, pérdida de sueño, incapacidad de expresar emociones).
Consciencia de la pérdida (ansiedad de separación, culpa, vergüenza, rabia).
Preservación-retirada (aislamiento, fatiga, desesperanza, recuento obsesivo de la pérdida).
Curación (aceptación de la pérdida, aumento de la energía vital, descubrimiento de un significado de la experiencia).
Renovación (renacimiento, restablecimiento del equilibrio)
En las tres primeras fases, se va a requerir de un gran apoyo que se puede ofrecer de manera individual y/o grupal. Las personas necesitan narrar su experiencia de pérdida, su percepción de la misma y expresar sus emociones, incluyendo sus miedos y ansiedades. Los profesionales de la salud mental pueden ofrecer una gran ayuda en estos momentos, aunque los dolientes intenten de inicio rechazarla, haciendo un contacto cara a cara, respetando el ritmo de la persona, sus silencios, sus suspiros pero ofreciendo nuestra humanidad y sensibilidad ante su dolor; enviando mensajes comprensivos, y expresando que estamos con él/ella en ese momento de pena y desesperación. El doliente va sintiendo la confianza y el contacto humano que es la medicina más efectiva en estos momentos.
Este trabajo evita que el duelo se haga complicado o patológico. En las últimas fases descritas, se requiere una intervención más activa del profesional reforzando la motivación para que el doliente emprenda nuevos cursos de acción.
El duelo se puede tornar complicado cuando lo inhibimos o evadimos teniendo una conducta desorganizada abuso de alcohol, drogas, alteraciones en el sueño, es decir pocas o demasiado horas de sueño, desórdenes en la alimentación o cuando lo cronificamos porque no trabajamos el proceso y la carga emocional se convierte en una depresión o una ira descontrolada.
Formar una red de apoyo y solidaridad a las comunidades afectadas puede aligerar el peso emocional que se siente. Para los damnificados que están en los refugios, la secuencia de intervención debe ser la siguiente: primero atender las necesidades básicas ofrecer comida y medicinas; y tratar, en la medida de lo posible, de ubicarlos en un lugar seguro; luego, poco a poco, ir restableciendo la comunidad, buscar líderes entre ellos mismos y ofrecer el apoyo psicológico que se puede coordinar con trabajos de grupos.
¿Cuánto tiempo debe durar un duelo? No hay un tiempo específico; depende de la intensidad de la pérdida, de quién o quiénes mueren. Hay duelos que culminan en seis meses; y hay otros tan intensos que deben vivirse poco a poco, y ese proceso puede durar años. En todo caso, nunca se recomienda ignorar el duelo, negarlo o disimularlo; siempre es importante enfrentarlo, vivirlo y buscar ayuda de psicólogos y psiquiatras.
Es frecuente ver en nuestros medios de comunicación artículos o comentarios en relación al tema del duelo. El público en general comprende el significado del término, aunque a veces las interpretaciones o comprensión del proceso no estén todavía muy claras. Se necesita seguir trabajando en la familia, la escuela y la sociedad.
Los duelos deben ser el testimonio de que en una vida se aprendió a amar intensamente pero también se aprendió a dejar ir, independientemente de las circunstancias.
Rosa Mariana Brea Franco
Psicóloga especialista en duelo
rosabrea@yahoo.com