CONSULTORIO DE FAMILIA

CONSULTORIO DE FAMILIA

Sicóloga, Terapeuta familiar
Pregunta de la lectora:
¿Pueden los padres  con autoestima baja o alta transferirlas a sus hijos? ¿Puede uno de los hijos de padres con baja autoestima tenerla  buena? ¿Se queda una persona con la misma autoestima para siempre?

Respuesta de la terapeuta: La autoestima es un concepto equivalente a diferenciación del sí mismo o madurez emocional.

Autoestima o diferenciación del yo  se va conquistando durante el proceso de la vida. Debe ser asumida como un estilo de vida hasta alcanzar el bienestar emocional estable, relaciones cálidas, confiables y una existencia abundante en significados personales, sociales y desarrollo espiritual.

 Los hijos tienden a desarrollar el mismo nivel de autoestima del sistema familiar en que crecen.  Ahora bien, no todos los hijos tienen las mismas implicaciones emocionales dentro del sistema familiar. El que quede más atrapado en  las pautas relaciones disfuncionales tendría menos posibilidad de alcanzar un estilo de personalidad madura.

 Aquellos que pueden estar en la periferia del sistema, con menos implicación emocional, es decir, no atrapados en la disfunción familiar, gozarán de la oportunidad de estar un poco más diferenciados, aunque no necesariamente con alta autoestima. Pero sí pueden alcanzarla.

 Los seres humanos gozamos de la plasticidad cerebral. Nuestro cerebro, a través de los procesos de pensamientos y experiencias, puede modificar la percepción de sí mismo y de su comportamiento.

 Vivimos en constante cambio. Las experiencias enseñan. Las lecturas, participación en actividades enriquecedoras, tanto académicas como espirituales aportan al crecimiento y la madurez emocionales.

 El proceso  de transmisión de baja o alta estima pasará a través de comentarios que van desde la desvalorización de los hijos hasta el reconocimiento. Si la práctica afectiva despreciativa hacia un hijo se mantiene durante años, sin duda que terminará atrapado en una sensación de bajo merecimiento  o reconocimiento, y, consecuentemente, su autoestima será muy pobre.

 La baja autoestima forjará un pobre estilo de relación con los demás. La persona sentirá que no merece el reconocimiento, la aceptación, y el afecto de los demás. Vivirá aislada, con actitud de desconfianza hacia los demás.

 Otros podrían llenarse de títulos y reconocimiento banales para buscar ser meritorios, pero, viviendo emocionalmente en la miseria. Se sentirían valiosos por lo que hacen o por los reconocimientos, antes que por su auténtico sí mismo.

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